A casi dos años de distancia del proceso electoral de 2027, todo indica que el priismo en el sur del estado ya encontró a su primer carta fuerte, al menos, el único que ha leído el panorama político y se mueve en base al mismo: Arturo Medina Aguirre. Y no se trata de una ocurrencia o un destape prematuro, sino de una lectura cuidadosamente construida por él mismo y que ha venido escribiendo desde hace tiempo con pasos firmes y mensajes claros.
Su presencia constante en los municipios serranos —con al menos 18 giras en menos de un año—, su liderazgo legislativo como coordinador del grupo parlamentario del PRI, su control territorial como dos veces alcalde de Balleza (y hermano del actual presidente municipal), y actual diputado local del Distrito 22, revelan un entramado de poder que se extiende desde lo local hasta lo estatal. Y con aspiraciones que, evidentemente, ya miran hacia lo federal.
La reciente reunión con Graciela Ortiz —referente del priismo chihuahuense como él la calificó— y el espaldarazo que recibió de parte del dirigente estatal, Alejandro Domínguez, no son casualidades, porque, en política, estas no existen. Es, en los hechos, el primer gran acto político de una eventual precampaña. Medina no oculta su intención de encabezar la candidatura del Noveno Distrito Federal, y si las condiciones se mantienen como están, lo más probable es que lo logre.
De la reunión con Chela y Alex, en la que, según el boletín oficial, definieron el rumbo del partido, y también ajustaron las tuercas al desastre que se traen en Parral por andar cada uno como pollo sin cabeza, cada quien jalando pa’ su lado y desconociendo a Julio Yáñez como dirigente municipal, enemistados con Chava Calderón, al que contribuyeron para hacer alcalde de la capital del mundo, el único que le dio seguimiento a esa reunión con un comunicado, fue Arturo Medina, en el que, entre líneas, se declaró “listo para impulsar el crecimiento de Parral”, o al menos eso decía el encabezado.
Arturo va por Parral, pero no por la Presidencia, ni por el Distrito 21, sino por el noveno federal, cuya cabecera es la tierra donde murió Pancho Villa. Que lo vea quien tiene ojos y que lo escuche quien tiene oídos, aunque habrá quien prefiera vendarse los ojos y taparse las orejas, pero, en un escenario donde el PRI busca desesperadamente reposicionarse ante el desgaste de la marca a nivel nacional, perfiles con arraigo regional, capacidad de operación territorial y narrativa de resultados, se vuelven esenciales, y Medina Aguirre, hay que decirlo, encaja en ese perfil.
A Arturo se la deben. Fue parte de la negociación para no generar una disputa interna en el 2024, y aceptó la secretaría regional de la zona sur para no enfriarse y quedarse con el premio de consolación de la local con cabecera en Guachochi, demostrando disciplina partidaria y control de base, sin dejar de lado el liderazgo político que, junto a su hermano, ejercen en uno de los municipios estratégicos del Distrito: Balleza.
En este contexto, el PRI difícilmente podrá encontrar otro perfil con ese nivel de posicionamiento y operatividad. No confundir con el hecho de que no haya más aspirantes. Seguramente la fila de tiradores estará más larga que las de los cajeros del Banco eel Bienestar cada dos meses, pero la candidatura está más que perfilada, y salvo fracturas internas – que siempre las hay – o una eventual negociación aliancista, todo apunta a que Arturo Medina es el más aventajado del tricolor rumbo a San Lázaro para 2027.
La pregunta ya no es si lo intentará. La verdadera incógnita es si habrá alguien que, dentro del PRI o fuera de éste, suponiendo que sigan juntos con el PAN, pueda realmente competirle. Y si le metemos más morbo: Augusto podría ir por el Distrito 22.