Redacción de ‘El Papelerito’
Si algo quedó claro tras el fin de semana más violento del año en Parral es que quienes debieron actuar de inmediato optaron por llegar tarde, en bloque y con espectáculo. Un “blindaje” exprés que duró lo que dura una visita oficial y que, por desgracia, no dejó una sola acción concreta para mostrar resultados.
La gobernadora Maru Campos encabezó este martes la Mesa Estatal de Construcción de Paz en Parral, acompañada de todo el gabinete de seguridad y del alcalde Chava Calderón. Una mesa que, según dijeron, se montó para “analizar estrategias” y reforzar la seguridad tras la cadena de asesinatos que comenzó el sábado en el carril Santa Teresa.
Sin embargo, las conclusiones ofrecidas a la prensa quedaron muy lejos de lo que la ciudadanía exigiría después de un fin de semana de terror:
ni sospechosos, ni nombres, ni detenciones, ni líneas de investigación, ni una acción puntual. Solo frases recicladas: “hechos aislados”, “operativos focalizados”, “coordinación interinstitucional”. La retórica de siempre, en el momento en que menos sirve.
Mientras tanto, el alcalde Calderón había asegurado horas antes —esa misma mañana— que la situación estaba tranquila, que él incluso había caminado por la ciudad (claro, flanqueado por escoltas) y que “no había nada qué lamentar”. No pasaron muchas horas para que su optimismo se estrellara contra la realidad que ya todos conocíamos: Parral estaba lejos de estar bajo control.
Y por si hiciera falta otro recordatorio, está el megaoperativo fantasma que presumió el propio alcalde días atrás. Una intervención que, según dijo, marcaría un “antes y un después”. La única marca real fue que esa misma noche apareciera un cuerpo mutilado abandonado en la Puerta del Tiempo. Si ese era el operativo, más valía que no lo hubieran anunciado.
El retén instalado en la salida a Jiménez 48 horas después de los hechos violentos —cuando los muertos ya estaban bien muertos y los responsables lejos— solo confirmó lo que muchos ciudadanos percibieron desde el inicio: las autoridades llegaron cuando ya no había nada que contener… salvo la crítica pública.
El martes, en cambio, sí hubo un despliegue impresionante: decenas de patrullas, militares, agentes de todas las corporaciones, helicópteros, un convoy de la SEDENA y hasta “Rinos”. La ciudad lució blindada como nunca… pero solo para recibir a la gobernadora, al fiscal César Jáuregui, a los mandos militares y a la larga hilera de funcionarios que acompañaron la sesión.
Terminó la reunión, terminaron los discursos, se tomaron las fotos… y el blindaje se disipó tan rápido como llegó. Parral volvió a quedarse con lo mismo de siempre: patrullajes mínimos, ausencia de presencia estratégica real y un silencio sospechoso sobre cualquier avance en investigaciones.
Si algo dejó esta visita es la sensación de que las instituciones sí pueden reaccionar con fuerza, velocidad y recursos… siempre y cuando haya una figura política que proteger o una foto que tomar.
Para la ciudadanía, en cambio, la respuesta llega tarde, diluida y sin resultados.
Y el pilón es Gilberto Loya Chávez, secretario de Seguridad Pública del Estado, paseándose por Parral en un despliegue de patrullas que ya quisiera la población que se aparecieran cuando suenan las ráfagas. No es, para nada, motivo de orgullo que trasladen estas reuniones a un municipio y simular control donde no lo hay, proyectar normalidad donde se vive incertidumbre, y de maquillar, siquiera por unas horas, la incapacidad de evitar que la violencia marque el ritmo y no las autoridades.
¿Y el cero a la izquierda? Chava Calderón otra vez. En política todo comunica, y en el boletín oficial de Gobierno del Estado lo mencionaron al final, después de todos los asistentes, así del tipo: «estuvieron la gobernadora, el fiscal, los mandos militares, fulano, zutano, ah… y el alcalde»



