La pandemia de COVID-19 llevó a que el Cártel de Sinaloa implementará estrategias para asegurar su economía criminal de la mano de personal especializado, por lo cual se ha identificado que recluta a profesores universitarios profesionalizados en Química.
Eso se afirma en un informe de inteligencia de la Guardia Nacional, cuyo documento se localizó entre los miles de correos hackeados a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) por el colectivo Guacamaya.
Además, el análisis indica que el Cártel de Sinaloa es responsable de mezclar el mortal opioide sintético con otras sustancias como heroína, cocaína y metanfetaminas. La combinación es altamente peligrosa porque refuerza el nivel de toxicidad y riesgo de muertes por sobredosis.
En otros reportes, la Administración del Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos ha reiterado que eso es para generar adicción y atraer compradores habituales. Además, los cárteles mexicanos también ampliaron su inventario de productos ilegales para vender fentanilo de colores.
Las dependencia militar mexicana apuntó que el Cártel de Sinaloa es una de las mayores amenazas a la seguridad nacional de México y de Estados Unidos. Pues la misma agencia antidrogas norteamericana ha reportado que esta organización del crimen transnacional se expande por la mayoría de los cinco continentes del planeta.

Pero cuando comenzó la crisis de la pandemia de coronavirus en 2020, se registró un desabasto de precursores químicos para sintetizar fentanilo. Así fue como los líderes del grupo criminal buscaron opciones para no registrar caídas en su producción.
En esa época, los embarques marítimos por diversas rutas que llegan a México fueron suspendidos temporalmente o registraron algunas dificultades para el intercambio comercial. Pero eso no frenó a la facción liderada por Ismael Zambada García, el Mayo, y los Chapitos, hijos de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
“Lo anterior, derivó en la búsqueda de alternativas de producción para disminuir la dependencia de los químicos procedentes de China”, señala el documento revelado por el colectivo Guacamaya.
Entonces, el Cártel de Sinaloa utilizó sus alcances operativos para innovar en la ingeniería química y así obtener precursores para lograr un producto más puro y con la calidad de laboratorios chinos.
“Como consecuencia de estas acciones, al parecer reclutan profesores universitarios especializados en química para lograr dicho fin”, señaló el informe de la Guardia Nacional. Y así, las primeras pruebas de los experimientos fueron enviadas a Japón, Australia, Canadá, así como Estados Unidos.

El uso de especialistas en el área de síntesis de drogas para el crimen organizado ya ha sido registrado por autoridades mexicanas, pero hasta la fecha no se había indicado su vínculo con el Cártel de Sinaloa ni los intereses que llevaron a esa estrategia.
En octubre de 2020, cuando se vivía el apogeo del COVID-19, la Fiscalía General de la República (FGR) desarticuló a una red de supuestos traficantes de fentanilo que eran encabezados por Salvador C., ingeniero químico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El cabecilla de la organización cayó en Iztapalapa, al sur de la Ciudad de México, donde fue decomisado un laboratorio clandestino, así como material para sintetizar el opioide sintético, una libreta con fórmulas, reacciones, lista de proveedores, 500 kilos de cocaína y equipo de cómputo.
Salvador C. fue identificado con una serie de propiedades en Durango, Estado de México y la capital del país, donde también fueron incautados volúmenes considerables de precursores químicos, entre ellos reactores de 5 mil kilos de capacidad.
Además, se supo que tenía contactos en Hong Kong, pues se detectó un envío desde ese punto a través de la ruta de Yokohama, Japón, con destino final a Ensenada, Baja California. La Operación blue fue un precedente para la propia FGR por la cantidad de maquinaria implicada.

Todd D. Robinson, subsecretario para Asuntos Internacionales de Narcóticos y Cumplimiento de la Ley del Departamento de Estado de EEUU, reconoció en mayo pasado que los grupos del crimen transnacional han evolucionado para coordinar escasos transportes de la sustancia, pero con la ventaja de obtener un mayor impacto.
En 2021, al menos 107 mil 622 de estadounidenses murieron por sobredosis de drogas, un número récord. De esa cifra, el 66% de esas muertes se pueden atribuir a los opioides sintéticos como el fentanilo, droga 50 veces más potente que la heroína.
“Ellos están usando paquetes mucho más pequeños, pueden dividir [los envíos] en paquetes más pequeños, están usando más carros, más gente, entonces es un reto bastante grande, pero con cada reto hay una respuesta y estamos buscándolas”, aseguró el funcionario durante una conferencia de prensa en Tijuana. El Cártel de Sinaloa tiene pistoleros para tomar represalias contra quienes se niegana colaborar.
Antes de ver una oportunidad de ganancias rápidas en el tráfico de fentanilo, Robinson explicó que los cárteles se veían forzados a enviar grandes cargamentos para garantizar sus ganancias con mayores cantidades. Pero con el nuevo mercado, se aprovechan de sintetizar la droga en empaques reducidos.
Tan solo dos miligramos o lo que cabría en una punta de lápiz son dosis potencialmente letales. El informe robado a la Sedena apunta que un kilo de fentanilo en polvo puede comprimirse en un millón de pastillas de un miligramo.
El precio de cada píldora va de los 10 a 20 dólares, de tal modo que la ganancia por esa cantidad mínima sería hasta de 20 millones de dólares, más de 400 millones de pesos mexicanos.