Redacción de ‘El Papelerito-
El Ayuntamiento de Parral parece haber encontrado la fórmula perfecta para resolver su crisis financiera: no ordenando las finanzas, no reduciendo gastos superfluos, no corrigiendo desvíos ni fugas internas… sino cobrándole a sus propios trabajadores. Y todo, por supuesto, bajo el sello de casa: improvisación, autoritarismo doméstico y cero empatía por quienes sostienen el aparato municipal con jornadas que exceden, por mucho, el horario oficial.
Porque fue Nora Carrillo, presidenta del DIF y esposa del alcalde Chava Calderón, quien, cual administradora estricta de hacienda ajena, ordenó descuentos salariales que van desde 500 hasta 3,000 pesos por “retardos” de minutos, derivados —según la versión oficial— de un “acomodo del reloj checador”. Un movimiento tan poco transparente como oportuno para una administración financieramente quebrada y que ya batalla, según voces internas, para completar el pago de nómina.
Avisó el lunes, pero los descuentos fueron inmediatos, como ha sido el sello de esta administración. Y las molestias no tardaron en reventar. Las áreas más sacrificadas —Comunicación Social, Obras Públicas, Servicios Públicos— son las mismas que trabajan horas extras que jamás son reconocidas, mucho menos remuneradas. Pero ahora, bajo el nuevo régimen del reloj mágico, sí pueden perder miles de pesos porque su entrada se registró un par de minutos tarde mientras redactaban un comunicado nocturno, atendían un evento dominical o resolvían un desperfecto urgente en la ciudad.
En Comunicación Social la indignación es absoluta: personal con disponibilidad 24/7, que cubre agenda del alcalde incluso en fines de semana y madrugadas, ve cómo su esfuerzo acumulado se reduce a un “marcaste tarde, págalo tú”. Lo mismo ocurre en Servicios Públicos y Obras Públicas, donde cuadrillas que trabajan en campo, bajo sol o lluvia, regresan a enterarse de que su salario llega incompleto mientras la administración sigue gastando en propaganda política y en operación electoral anticipada.
La operadora del movimiento es “una tal Delia”, llegada reciente a Recursos Humanos, descrita como muy cercana a Nora Carrillo. Las órdenes vienen de arriba; la ejecución, del escritorio de siempre. Pero el enojo generalizado no sólo tiene que ver con lo económico. Tiene que ver con lo evidente: esto huele a manotazo desesperado por falta de dinero, más que a política de orden administrativo.
Nadie en Presidencia se traga la versión del “acomodo del reloj”.
Todos hablan de lo mismo:
—“Esto es para completar la nómina; ya no alcanza.”
Porque el Ayuntamiento está en quiebra operativa. Lo saben los proveedores que no han cobrado. Lo saben las áreas sin presupuesto. Lo saben los trabajadores que pagan de su bolsa gasolina, herramientas, insumos y ahora también… el reloj checador.
La ironía no pasa desapercibida: mientras al personal se le descuenta por minutos, en esa misma Presidencia se toleran horas, días y semanas de negligencia administrativa, improvisación financiera, compras mal hechas, obras mal planeadas y decisiones políticas con cargo al erario.
La crisis no es del reloj, no es de puntualidad, es de gestión. Y mientras el presidente municipal reparte despensas estatales como si fueran propias, persigue su reelección y ve conspiraciones imaginarias de Movimiento Ciudadano detrás de cada crítica, su administración se sostiene exprimiendo a quienes mantienen el servicio público funcionando.
Parral ya entendió lo que esta medida revela: no es disciplina, es desesperación. No es control, es insolvencia. No es puntualidad, es abuso. Y aunque intenten disfrazarlo, el descuento que debería preocuparles no es el del reloj, sino el descuento brutal de credibilidad que esta administración acumula a pasos acelerados.
Y como un saciamorbos, rescatamos el comentario sarcástico de quienes nos lo contaron: «Nora cree que esto es Refaccim»
