En el actual ciclo escolar, el Gobierno Federal liderado por Andrés Manuel López Obrador emprendió la tarea de crear y distribuir nuevos libros de texto avalados por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Estos materiales, destinados a ser utilizados por niños y adolescentes durante etapas cruciales de su educación, prometían ser una herramienta fundamental para el desarrollo intelectual. Sin embargo, lamentablemente, los libros presentan serios problemas que merecen una revisión crítica.
Uno de los principales dilemas que enfrentan estos libros de texto es su sesgo ideológico. Están repletos de contenido ideológico y temas sexuales controvertidos, los cuales, aunque importantes, se presentan de manera inapropiada para las edades a las que van dirigidos. Este enfoque puede tener un impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes, ya que los expone de manera prematura a conceptos que quizás no estén preparados para comprender de manera adecuada.
Además de estos problemas, los libros abordan temas científicos y matemáticos de manera deficiente, lo que socava aún más su utilidad educativa. La falta de información científica y matemática adecuada es especialmente preocupante, ya que estos son pilares fundamentales en la formación de los estudiantes y en su preparación para enfrentar los desafíos del futuro.
En contraste con esta problemática nacional, estados como Chihuahua, bajo el liderazgo de la gobernadora Maru Campos, han optado por no utilizar estos libros de texto. Esta decisión se ha tomado en otros estados también, como Coahuila, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro y Yucatán. Estos estados han reconocido la necesidad de proteger la educación de sus niños y niñas de contenidos inadecuados y han optado por no distribuir los libros del Gobierno Federal.
Sin embargo, no podemos pasar por alto que la respuesta de algunos estados también ha sido insatisfactoria. En el caso de Chihuahua, la prometida preparación de cuadernillos de apoyo aún no se ha materializado, a pesar de que el ciclo escolar está llegando a su fin. Esta falta de acción plantea interrogantes sobre cómo se está gestionando la educación en el estado y cuál será el impacto en la calidad de la enseñanza.
En última instancia, quienes sufren las consecuencias de esta controversia son nuestros niños y niñas, el futuro de México. La educación debe ser una prioridad indiscutible, y no deberíamos permitir que la ideología o la ineficacia comprometan su calidad. Es esencial encontrar un equilibrio entre la enseñanza de temas importantes y el respeto a la edad y el nivel de madurez de los estudiantes. Además, debemos garantizar que la educación científica y matemática sea sólida y efectiva.
Mientras continuamos este debate, es importante recordar los libros de texto del pasado, como el famoso «Atlas,» que aunque no cabía en nuestra mochila, ofrecían un sólido conocimiento sin comprometer la integridad educativa. Tal vez sea el momento de reflexionar sobre cómo podemos preservar lo mejor del pasado mientras buscamos mejorar la educación en México para las generaciones futuras.