En una increíble negación o total ignorancia de lo que sucede en materia de seguridad en Parral, el fiscal General del Estado, César Jáuregui, afirma desconocer que, en la Capital del Mundo, que no de lo bueno, existan y se utilicen patrullas piratas y además blindadas, aún y cuando el propio alcalde César Peña ya lo aceptó, el director de Seguridad Pública, Omar Payán, ya lo aceptó, y hasta la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, ya tiene conocimiento también de ese tipo de vehículos.
A pesar de lo ostentoso que se aprecia el Dodge Charger negro, polarizado, con antenas para radio, y de que la Chevrolet Silverado es utilizada por el propio director Payán, y hasta un «malentendido» generó con la policía estatal, el fiscal carnal se aferra a que no hay nada porque «mientras no exista denuncia, no existe delito», así sean los propios encargados de procurar la justicia y respetar la ley, los primeros que la violen.
¿Qué le debe César Jáuregui a Alfredo Lozoya? ¿Por qué, a pesar de ser ya noticia estatal, niega todo y se arriesga a quedar como mentiroso o como ignorante, siendo él el máximo mando en cuestión de seguridad en el Estado? Suponiendo que sea cierto que no sabe y no ha visto ni el Charger ni la Silverado, entonces podría entenderse porque se pasean otras unidades piratas de la Guardia Nacional, porque los integrantes de la delincuencia organizada tienen el mando en Guachochi, Guadalupe y Calvo, Cuauhtémoc, Nuevo Casas Grandes, Jiménez y otra decena de municipios, si el responsable de combatirlos ni por enterado se da.
Defiende el fiscal carnal su amistad con el presidente Municipal de Parral y no tiene empacho en aceptarlo, aún cuando vaya de por medio su credibilidad y el «presunto» tráfico de influencias. Luego entonces, es comprensible que las denuncias del ex regidor Miguel Orquiz y del hijo del excandidato priista, Miguel Jurado, de nombre Abraham, se hayan resignado a que jamás serán beneficiados con la mano de la justicia.
El Congreso del Estado de Chihuahua también está enterado de las patrullas blindadas en Parral y, a través de Morena, le exigen a Jáuregui que aplique la ley, pero él, sonriente y burlón mantiene su versión de no saber nada y afirma que si le dicen amigo de César Peña porque lo elogió en el Segundo Informe «como representante de la gobernadora Maru Campos» -así lo dijo- entonces sí, sí es amigo del presidente municipal.
El cinismo del fiscal carnal y la soberbia con la que demuestra que le importa poco lo demás, mientras esté bien con Movimiento Ciudadano, tiene únicamente una explicación: Maru Campos es cómplice por lo permisiva que ha sido y porque el propio César Jáuregui ya la ventiló. No hay de otra.