Tal parece que después de la debacle que hizo permanecer al PRI casi una década fuera del poder, ya no supieron qué hacer con él cuando lo recuperaron en alianza con el PAN y se quedaron estancados en ser oposición ¡hasta contra ellos mismos!
El fuego amigo está a la orden del día, de modo tal que los dos regidores naranjas no han tendido que hacer mayor esfuerzo para debilitarlos, pues entre sus propias traiciones y ataques, solitos se desgastan.
En medio de todo, hay un priista que, si bien no es puro y santo, al menos es el único que ha dirigido sus misiles contra los verdaderos adversarios, es decir, a los del pasado inmediato, entiéndase a los emecistas, y se trata del regidor Vicencio Chávez que ha insistido, casi gritado en el desierto, que auditen a las dos administraciones anteriores, la de César Peña y la doble de Alfredo Lozoya por irregularidades con tufo a corrupción.
Por momentos pareciera que Vicencio es el síndico, puesto que, desde su posición en la Comisión de Gobernación, hace señalamientos, recorre obras y se cuela en cuanto tema puede para permanecer vigente sin desplegar comunicados.
Sin embargo, su cercanía con Chava Calderón le ha ocasionando no pocos reclamos de su partido, cuya estrategia es mantener una distancia como castigo con el alcalde que, sienten, no les ha cumplido como quisieran en el gabiente, ya que el único colocado en un puesto asimilado a primer nivel, aunque en la práctica no es tal, es Raymundo Prieto, quien, valga decirlo sin falsos apasionamientos, ha dado el ancho en una tarea que muchos apostaron no era para él.
Pero regresando a Vicencio, aunque el pasado mantuvo buena relación con los naranjas y con el patrón de todos ellos, al final del día «política es política» y ahorita los emecistas representan carne de cañón muy jugosa que muy pocos han sabido -o han querido- roer.
Mientras tanto, en el edificio del Boulevard se acusan unos a otros quien delató la aviaduría de Julio Yáñez; cómo poner en jaque al alcalde que llegó con el apoyo de las siglas tricolores, cómo debilitar a Pedro Villalobos -al que no le perdonan que siga escalando fuera del PRI-, y cómo meterse el pie unos a otros.
Están ocupados en quien sucederá a quien, de tal forma que Avril Carmona, actual dirigente, como dijera Ludovico Peluche, no tiene llenadera y aparte de ser al mismo tiempo presidenta del Comité Directivo, es regidora en turno, quiso acomodar sin éxito a su esposo en Seguridad Pública y se apuntó para ser jueza, ya levantó la mano para quedarse con la candidatura a la diputación local que ostenta Memo Ramírez, al que ya perfilan para la alcaldía.
A Dalila Villalobos no la consideran en sus planes y parece que tampoco a Noel Chávez, por lo que a Julio no lo dejarán crecer más, pues no le perdonan su aventura en el PES ni que haya regresado a las huestes priistas como diputado federal suplente.
Con todo y la proyección que ha ganado Vicencio Chávez, no le alcanzará para la presidencia del partido, misma que está endosada a Ramón Arredondo, con la condición de que nunca se olvide que se la debe a Ramírez Gutiérrez, para que no se le ocurra emanciparse, y lo favorezca a él y a Avril en sus proyectos.