En su afán por brillar en el escenario político del Distrito 21, bastión del PRI, por cierto, el audaz aspirante a la diputación local por Morena, Jorge Rivas, en un despliegue audaz, presumió abiertamente estar campaña, como si el tiempo y las normas electorales fueran meros detalles insignificantes.
¿Dónde están las autoridades electorales para poner orden en este circo político? Rivas, del equipo de Cruz Pérez Cuéllar, presidente de Ciudad Juárez, reveló su desconocimiento sobre el Distrito que pretende representar al omitir municipios que lo abarcan, como Cusihuiriachi, por ejemplificar alguno, de tal forma que la familiaridad de Rivas con la geografía local está tan extraviada como su sentido del tiempo electoral.
Al ostentar el título de consejero del Distrito 9 en MORENA, plantea interrogantes sobre sus verdaderas actividades y conexiones políticas: ¿Realmente ha visitado todos los municipios o es su participación más simbólica que sustantiva? Pero regresando al punto de partida, Jorge dijo estar en franca campaña a favor de la candidata Claudia Sheinbaum, lo que no es – o no debe ser – ni una cosa ni la otra, porque, aunque sea única, es precandidata y, por lo tanto, el proselitismo es precampaña, al menos en la teoría, porque en la práctica todos se pasaron la ley electoral por el arco del triunfo hace mucho tiempo.
En un momento en que la transparencia y el conocimiento deberían ser las principales cualidades de un aspirante a candidato, Jorge Rivas deja mucho que desear. Su incursión en la política parece estar más centrada en la apariencia que en la sustancia, y los votantes deberían cuestionar si éste, como todos los demás de todos los partidos o coaliciones, están realmente calificados para ocupar una posición de representación.