Redacción de ‘El Papelerito’
Habitantes de la colonia Altavista rompieron el silencio luego de recibir una inesperada visita que, aseguran, dejó más dudas que promesas. De acuerdo con los testimonios, tres personajes llegaron “a ofrecer” la pavimentación de la calle Onceava como si se tratara de una promoción especial de temporada, pero con costos que los propios vecinos calificaron como “un intento de sacarnos dinero con obra pública disfrazada”.
Los residentes narran que, al salir a escuchar la propuesta, se encontraron con un trío peculiar:
▪︎A la cabeza, el hermano del alcalde Salvador Calderón, desempeñando un papel que nadie entiende: gestor, promotor de obra o simplemente intermediario sin nombramiento oficial.
▪︎Junto a él, Luis Carlos Bueno Gardea, contratista ampliamente conocido entre las administraciones municipales recientes -de MC- y cuyo nombre los vecinos no reconocen precisamente por transparencia.
▪︎ Cerrando el grupo, un funcionario de Obras Públicas, del que nadie recuerda el nombre, pero que sería el único con facultad real para hablar de proyectos municipales.
Según relatan, llegaron con carpetas ya elaboradas, presupuestos listos y un discurso que sonaba más a venta forzada que a beneficio comunitario. Les advirtieron que el supuesto proyecto debía aceptarse “ya”, porque eran “los últimos recursos del año” y que no habría otra oportunidad.
Pero cuando los vecinos revisaron los costos, la indignación estalló.
El presupuesto incluía cobro de banquetas que ya existen, trabajos de terracería que no se requieren y un precio por metro de cemento que —aseguran— resulta más bajo si ellos mismos lo contratan por fuera.
“Una ayuda no llega con cobros inventados”, reclamó una vecina. “Venían listos para facturarnos cosas que no necesitan hacerse. Eso no es obra pública, es negocio privado usando el nombre del Municipio”.
La presencia del hermano del presidente terminó por encender la molestia: “¿Qué hace un familiar directo del alcalde negociando obras municipales? ¿Con qué autoridad?”, cuestionaron los residentes, quienes además señalan que el contratista ha sido favorecido repetidamente en adjudicaciones oficiales.
Los habitantes de la Altavista consideran que esta visita exhibe cómo se manejan los proyectos en la administración actual: decisiones poco claras, intermediarios sin facultades y presupuestos inflados que provocan sospechas de intereses personales.
“Parece que la obra importa menos que el negocio”, concluyó uno de los afectados. Si el alcalde quisera dar la cara por esto, este sería el momento de que lo haga, pero igual que todas las ocasiones anteriores, nada pasará.



