En un oficio emitido el pasado 3 de junio, la Dirección de Prestaciones Médicas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) instruyó a sus unidades médicas de segundo nivel a permitir el ingreso de pacientes pediátricos críticos a Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), aún cuando el personal a cargo no cuente con la especialidad requerida para este tipo de atenciones.
La circular —identificada con el número de oficio 09 55 24 61 2660/01026— reconoce de entrada una limitación estructural del sistema: la insuficiencia de Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP), las cuales deberían ser el espacio idóneo para tratar a niños en estado grave, ya sea por enfermedades agudas, complicaciones de padecimientos crónicos o emergencias por traumatismos, autolesiones o intoxicaciones.
Sin embargo, debido a esta falta de infraestructura especializada, el IMSS establece que los menores con peso mayor o igual a 40 kilogramos podrán ser admitidos en las UCIs generales, donde serán valorados y atendidos por médicos no familiares intensivistas, en conjunto con pediatras generales, coordinadores clínicos o directores de unidad.
Este lineamiento implica que médicos sin formación especializada en medicina crítica pediátrica asumirán la responsabilidad de manejar cuadros clínicos altamente complejos, con el solo respaldo de una valoración consensuada entre diferentes perfiles médicos. La medida busca, según el oficio, “asegurar una atención oportuna y coordinada” pero sin garantizar necesariamente la capacitación técnica necesaria para atender adecuadamente a pacientes pediátricos en estado crítico.

Especialistas consultados advierten que esta política representa un riesgo tanto para los pacientes como para el personal médico. “La medicina intensiva pediátrica requiere conocimientos, habilidades y experiencia altamente específicas. Un niño no es simplemente un adulto pequeño; sus necesidades fisiológicas y de manejo clínico son completamente distintas”, expresó un médico intensivista que pidió anonimato por temor a represalias laborales.
A lo anterior se suma la preocupación por la posible saturación de las UCI generales, que en muchos hospitales del IMSS ya operan bajo presión constante, ahora obligadas a extender su cobertura a casos pediátricos complejos, sin personal debidamente capacitado.
Este oficio pone en evidencia, una vez más, los rezagos en infraestructura y planeación que enfrenta el sistema de salud pública del país, en donde las carencias terminan trasladando la carga de decisiones críticas a médicos sin la preparación suficiente, en un intento de resolver con recursos limitados situaciones que exigen alta especialización.