Ante la inminente llegada del temporal frío que ya dio sus primeras muestras con el Frente número 8, deambulan por la ciudad varios indigentes que no cuentan con un lugar para vivir, por lo que duermen donde les cae la noche.
Algunos otros se «apropian» de algunos sitios en los que, como nadie les toma importancia, hacen su tendido para descansar por las noches.
Tal es el caso del Templo de la Sagrada Familia en la colonia PRI en el que, al menos dos personas en situación de calle han sido captadas por vecinos del sector, con la intención de que las autoridades puedan canalizarlos a algún albergue y no sufran las inclemencias de estar a la intemperie.
Por otro lado, esta iglesia ha sufrido desde el 2022 varios robos que incluyen desde el recolector del diezmo, entre otras cosas, sin que, en ninguno de los casos, se reporten personas detenidas, ya que, según reportan las autoridades eclesiásticas locales, la Policía Municipal no ha llegado a tiempo en cada reporte.
En diciembre de 2021, el padre Anselmo Burciaga fue ordenado párroco de esa iglesia por el obispo Mauricio Urrea Carrillo, de tal forma que un mes después, en enero de 2022, los delincuentes le dieron la bienvenida con el primer hurto, que fue todo el dinero de la alcancía en donde se depositan las monedas que los fieles donan al diezmo, misma que tiene un peso bastante considerable.
Para este acto vandálico, los rateros forzaron una de las grandes y pesadas puertas de madera, para luego improvisar una escalera con las bancas del templo y subir al segundo piso de la sacristía y después bajar y cometer el atraco.
Apenas transcurrido otro mes, entre el 12 o 13 de febrero y a plena luz del día, la parroquia estaba siendo sujeta a reparaciones y remodelaciones, por lo que había albañiles trabajando en la sacristía, momento en el que ingresaron unos sujetos desconocidos por la puerta principal de la misma, sustrayendo una pulidora y un cajón de herramientas, sin que los trabajadores se percataran al estar ocupados laborado. Por este hecho, fue la propia iglesia la que tuvo que responder por todo lo perdido y pagar a los obreros.
Tras aproximados 40 días más tarde, el 26 de marzo, los ladrones entraron nuevamente al templo por una de las puertas que se encontraba clausurada y bloqueada con tablones y láminas, por encontrarse en obra negra, llevándose en esta ocasión extensiones eléctricas, herramienta variada, un par de radios propiedad de los albañiles, donde reproducen música mientras trabajan, por lo que nuevamente la parroquia tuvo que responder por las pérdidas. En esta ocasión, a decir de los afectados, “no dejaron ni un clavo”.
Un atraco más se registró el 10 de agosto del año pasado, metiéndose los delincuentes por la bodega, para lo cual vencieron la puerta de madera, misma que estaba asegurada con una cadena, y fue por esa vía que lograron ingresar hasta la sacristía de donde se llevaron dos teléfonos celulares que eran usados para las transmisiones en vivo de la celebración de la misa, a través de redes sociales; pero también aprovecharon para apoderarse de varias botellas nuevas de vino de consagrar, cada una con un valor aproximado promedio a los 300 pesos, así como luminarias para equipamiento urbano de los templos y una bocina que era usada para sonorizar las misas.
De todo lo anterior el padre Anselmo Burciaga asegura que se ha dado aviso oportuno a la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Parral, mismos que han atendido los reportes entrevistándose con él, pero sin emprender algún operativo que haya derivado en la captura de los responsables. Más que eso, se han limitado a aconsejar al sacerdote a que pida a los vecinos que entre ellos mismos monitoreen y vigilen el entorno por si ven gente “sospechosa”, hagan el llamado al 911.
Los mismos fieles han levantado donaciones y realizado rifas para recuperar algo de lo perdido, y son ellos mismos quienes exigen la actuación efectiva no solo para esclarecer los robos, sino para prevenir que vuelvan a ocurrir.
Al vandalismo, ahora se suma la presencia de indigentes que han tomado las paredes periféricas del templo para dormir, aunque los habitantes de la colonia PRI no desconfían de ellos, sino de «los cholos», según describen, aunque en ninguno de los casos existe actuación de la policía.
Por si esto fuera poco, resulta increíble la cercanía del lugar con el nuevo sub centro Centinela de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.