Legítimas, pero irrisorias aspiraciones de los máximos encargados de procurar la justicia y hacer valer la ley en el estado, pero sobre todo, de preservar la paz en los rincones de los 67 municipios.
¡Nada de eso pasa! Ni se procura la justicia, ni se hace valer la ley, y eso de preservar la paz es más que letra muerta sin ganas de resucitarla, porque César Jáuregui, fiscal General del Estado, y Gilberto Loya, secretario de Seguridad Pública, andan encampañados y haciendo política, lo último en lo que deberían pensar quienes ostentan cargos como los de ellos, que no deberían, en teoría, distraerse en grillas, sino en el patrullaje y contención de la inseguridad.
Jáuregui, confiado en su amistad con la gobernadora Maru Campos, busca afanosamente sentarse en la silla que ocupa Marco Bonilla desde hace tres años y por otro período igual; mientras Loya, inflado por la cercanía que tiene con la mandataria, y más alzado aún ahora que lo llevó con García Harfuch, cree que tiene la candidatura por la Presidencia de Juárez cuando salga Cruz Pérez Cuéllar.
Pero mientras, que el Estado arda en enfrentamientos, que a Nuevo Casas Grandes lo controlen «los malitos», que en Guadalupe y Calvo sigan desterrando a las familias y hasta la Comisión Estatal de los Derechos Humanos maneja uma cifra de medio millar de víctimas de desplazamiento forzado y el fiscal continúa negándolo; que en Guachochi se enseñoreen los narcos, que desde Allende hasta Jiménez se escondan a la vista de todos los que controlan la plaza y de vez en vez quemen vehículos y maten a sus rivales que siguen queriendo robarles terreno; que los de La Empresa en Chihuahua hagan y deshagan a contentillo; las ejecuciones en los bares que ya no son exclusivas de la capital o de la frontera.
Para César Jáuregui, Chihuahua como Estado no está tan mal porque, a diferencia de Guerrero, Michoacán, Chiapas y Sinaloa, aquí no secuestran ni matan ni decapitan alcaldes. O sea que la vida de los políticos vale más que las de los simples mortales a los que sí ejecutan, incineran y cortan por partes. Pero mientras no sean presidentes o diputados, todo bien. Conductores de plataforma secuestrados, viajeros de esos servicios desaparecidos, mujeres víctimas de violencia y un larguísimo etcétera.
Y Gilberto Loya, feliz presumiendo detenciones de narcomenudistas con gramos de hierba, metanfetamina o piedra; uno que otro robacarros y otros de poca monta como los que se vuelan motocicletas. Pero eso sí, primero va su nombre que el de la SSPE, y hasta espectaculares para irse posicionando rumbo al 2027, en su impecable uniforme de primer policía del Estado. ¡Ajá!
Apenas mal informa que montaron operativo por tierra y aire desde Parral hasta Satevó, pasando por Valle de Zaragoza y Valerio, cuando los falsos guardias nacionales o vestidos de ministeriales, despojan a uno y a otro de sus vehículos, que ya no son exclusivas las pick up doble cabina, sino ahora hasta sedanes y suvs.
Que ya desmantelaron la banda que asolaba la vía corta y sale a relucir otro robo; que era un ministerio público el que lideraba y con su detención se desarticula todo el modus operandi, y nada, un robo más.
Que no tienen registro de denuncias contra el Pimpón Loya, cuando Fernando Lara la levantó en el 2018 y murió 3 años después esperando una justicia que nunca llegó ni con el cambio de gobierno. ¡¿Y cómo?! Si Jáuregui fue -¿o es?- el principal promotor de Movimiento Ciudadano.
Que ya mero, puros «avances» para atrapar, después de medio año, a los asesinos de Kevin y Marisela cuando regresaban de Maturana, pero que no pueden decir nada porque entorpecen las de por sí muy torpes investigaciones.
Que los enfrentamientos en la Sierra son por la disputa de la zona entre Los Salgueiro y La Línea. ¡Ah bueno! ¿Podemos quedarnos tranquilos mientras se matan entre ellos? ¿En verdad creen que el ciudadano es tonto o ciego y no les recordará en las urnas su mediocre desempeño, si es que llegan a obtener César Jáuregui y Gilberto Loya las candidaturas a las alcaldías de Chihuahua y Ciudad Juárez, respectivamente?