En pleno invierno, la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) de Parral enfrenta una serie de desafíos que no tendrían que existir en esta temporada, ya que, a pesar de que es menor la demanda del vital líquido, la ciudadanía se encuentra lidiando no solo con el desabasto, sino hasta con malos tratos, personal desatento y una gestión que deja mucho que desear.
La obtención de pipas de agua se ha convertido en una odisea, donde, en lugar de brindar ayuda de manera eficiente, algunos trabajadores parecen estar más interesados en acelerar sus reportes pasándose de largo de los domicilios afectados, incluso llegando al extremo de que, algunos operarios de los camiones cisterna, cobren por un servicio que debería ser gratuito.
El personal sindicalizado, lejos de ser un pilar de apoyo, parece disfrutar de una jornada relajada, ignorando las demandas del director Juan Plancarte, quien, a pesar de sus buenas intenciones, enfrenta una resistencia interna que le impide implementar cambios significativos. Y es que con buenas intenciones y voz suave, es difícil lograr cambios o avanzar.
Llama la atención la figura de Luis Tenorio, un militante de MORENA disfrazado de activista, cuyas acciones plantean interrogantes sobre sus verdaderas motivaciones. Sus propuestas, como cerrar Recaudación de Rentas, parecen más políticas que soluciones prácticas, exacerbando la polarización y la tensión, y hasta hay quien asegura, no nos consta, que cobra por su apoyo y por tal motivo cuestionan de dónde financia tanta manifestación. Ahí dejamos el rumor para quien tenga la respuesta.
La JMAS requiere con urgencia un trabajo en equipo real y una revisión de sus prácticas internas. La politización de la institución, evidenciada además en las disputas con el Ayuntamiento que, por cierto, también ha fracasado en el tema porque ninguna, absolutamente ninguna de las promesas del superplan que el alcalde César Peña hizo al inicio de su administración y en público, cumplió. Sería ocioso recordarlas. Lo que sí vale la pena rescatar son las declaraciones de Mario Mata, titular de la Junta Central, en el sentido de que Presidencia mantiene adeudos que ésta negó, pero sin pruebas.
Es esencial que la JMAS se comprometa a restablecer la transparencia, mejorar la eficiencia y, sobre todo, atender las necesidades de la comunidad. La ciudadanía no merece ser víctima de disputas políticas, y es responsabilidad de la Junta garantizar un suministro de agua confiable y un servicio de calidad.
Juan Plancarte dio en el clavo con una de sus declaraciones, aceptando que el tema no es de personas, sino de infraestructura, y evidenciando que con la renuncia de él o de todo el personal, no se resolvería el desabasto, y que quien venga después que él, se enfrentará a los mismos desafíos. Sí, todo eso es cierto, pero si le agregan el factor del padrinazgo político, colocando ahí a políticos y no a ingenieros, ¡menos se resolverá la problemática, Juanito!
En una próxima edición profundizaremos en las negociaciones políticas y su impacto potencial en las oficinas de Gobierno porque ahorita, como dijera el tristemente célebre Murillo Karam con el caso Ayotzinapa: ¡ya me cansé!