Ante el rápido avance de las campañas – que para los candidatos son eternas – hay quienes comienzan a desesperarse por convencer al electorado y sacan de la manga propuestas que saben que les resultarán imposibles de cumplir, algunas porque están fuera del ámbito de sus competencias, y otras porque simplemente son descabelladas.
Lo anterior es normal, ya que, como versa el dicho: “prometer no empobrece”, pero hay otros que pretenden asustar con el petate del muerto a los más despistados y les sueltan un par de mentirillas para que su voto no lo ejerzan en base a la conciencia, sino al miedo de quedarse sin las dádivas que impuso el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y que ahora son la bandera principal en la que se envuelven los abanderados de Morena.
En el Noveno Distrito, por ejemplo, aunque no es privativo de éste, Teresita de Jesús Ruiz Anchondo, la candidata a diputada federal, ha retomado el estribillo de que, si se vota por cualquier otro partido que no sea Movimiento de Regeneración Nacional, van a desaparecer las becas y apoyos del bienestar, nada más falso, porque el mismo tlatoani que despacha en Palacio Nacional, se encargó de blindarlos elevándolos a nivel constitucional para que nadie pudiera tumbárselos, salvo una mayoría en el Congreso de la Unión y en el Senado, con la que no cuenta la oposición.
Por momentos, Teresita Ruiz emula en campaña sus desplantes como cuando era coordinadora del programa Sembrando Vida y se dirigía a sus subordinados y a los beneficiarios con calificativos denigrantes como “indios”, “gatos” y “nacos”, lo que le valió un cuarto centenar de denuncias por acoso laboral, humillación y difamación, ante el Órgano Interno de Control de la Secretaría del Bienestar, y hasta por presunta desviación de recursos, puesto que nunca se supo en dónde quedaron o cómo se invirtieron – si es que se hizo – los 108 mil pesos que se destinaron a cada una de las Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC) para producción de plantas y sistemas de riego en sus viveros. Bastaría contabilizar cuántas CAC había y multiplicarlo por esa cantidad.
Los señalamientos de quienes trabajaban con ella apenas el año pasado, en junio específicamente, iban al grado de señalar presunta corrupción por supuestas exigencias de entregar parte del sueldo para costear su precampaña, y hasta exigieron auditorías e investigaciones que, o nunca se realizaron, o no llegaron a ninguna conclusión, ni para aclarar y desmentir los señalamientos, o para sancionarlos, en caso de haberse comprobado, lo que deja más dudas que otra cosa.
Juan Carlos Loera, aseguran, estuvo enterado en todo momento de la prepotencia de la excoordinadora de Sembrando Vida, porque varias quejas se las expusieron personalmente a él empleados de la Secretaría, una de ellas que levantó la denuncia formal por hechos presuntamente ocurridos el 2 de junio de 2023 cuando Ruiz Anchondo la citó en su oficina con el pretexto de revisar su trabajo al frente de ese programa en el territorio que le correspondía a la denunciante, sin embargo, fue recibida de manera prepotente y supuestamente la amenazó con despedirla, además de que le gritó y humilló.
La misma trabajadora aseguró una y mil veces que no había sido la única ocasión, pero no todos se aguantaron y alzaron la voz por las constantes difamaciones y amenazas de despido, lo que finalmente no quedó en nada, pues hoy Teresita es candidata a diputada federal y se desgarra las vestiduras con el lema de “no mentir, no robar y no traicionar”.
Los reportes desde los municipios apuntan a que la abanderada morenista se desespera y por momentos pareciera que quisiera tratarles como sus empleados, pero luego se acuerda que anda encampañada y retoma la prudencia. ¿Será?