Por Erik Jurado
Si la pretensión es mantener el control de una persona alecciónale en ideologías e invítale a no pensar por sí misma, diviértelo en frivolidades, hazle creer que la crítica es vergonzosa y que es mejor que sea inexistente, que las preguntas sean acalladas con discursos recursivos, monótonos y dogmáticos y sobre todo fijos, inamovibles. Una formula inequívoca para los gobiernos, sobre manera para los autocráticos y tiránicos.
Sólo pocas regiones, en momentos específicos de la historia han entendido la importancia que tiene formar a la gente en el uso de la razón y la libertad individual. Lo cierto es que los momentos de ilustración han sido pocos, pero importantes para el desarrollo humano.
Hace días se suscitó un problema con la distribución de los libros de texto en el país, fue evidente el encontronazo entre dos fuentes de oscuridad, por un lado, el intento desmedido de aleccionar por medio de la ideología, por otra parte, el impulso a la censura.
En este respecto, lo cierto es, que cuando un país se encarga de educar en el libre pensamiento, y la reflexión esto no tendría para nada que ser un problema, de hecho, son espacios para la reflexión y el debate. Pero ¿Qué se puede esperar en un país en el que no se enseña filosofía, ciencia, ni a usar correctamente la lógica?
Los jóvenes de nuestro país arriban a la universidad sin tener nociones básicas sobre razonamiento y argumentación, desconocen los problemas históricos de la filosofía y cuanto y más lo actuales, y por su puesto su relación con la ciencia es más bien dogmática que desde la epistemología y la práctica de alguna ciencia.
Tenemos un sistema de investigadores sumamente carente y a los hombres de ciencia y filosofía los trata el mismo sistema como algo indeseable, a veces hasta de criminales.
Nuestro país necesita políticos honestos, pero necesita más filósofos y científicos. Personas que resuelvan los problemas de la comunidad desde una perspectiva probada, que tengan la capacidad de descomponer la madeja conceptual y generar acuerdos.
Es necesario integrar en la educación básica lectura profunda y critica, que aliente de pensar sobre la importancia del mismo pensamiento y aliente a la discusión el análisis, pero luego la educación secundaría debería formar investigadores, utilizar la misma curiosidad en favor del joven, para que lo hombres de la preparatoria pudieran estar analizando problemas éticos de alto vuelo, pero no; hemos postergado la niñez casi hasta los 40 años. En el país se ha sumergido la juventud a una orfandad conceptual y a la profunda ignorancia, pues nuestro sistema educativo está pensado para formar trabajadores de fabrica que nada cuestionen o a empresarios resentidos.
El problema de los libros en el país evidenció los graves problemas educativos, además de las pugnas absurdas de políticos. Es necesario llevar al país a una revolución del pensamiento, donde se ponga más atención al pensamiento critico y científico, y donde la formación se de en el análisis, no en la postura ciega.
Este país necesita mayor instrucción en la filosofía y la ciencia, y menos ideologías.