Redacción de ‘El Papelerito’
Con un total de 23,024 homicidios dolosos registrados en lo que va del actual sexenio, México mantiene niveles de violencia que lo colocan entre los países más afectados por la criminalidad en el mundo.
De acuerdo con cifras oficiales, el corte al martes 19 de agosto de 2025 señala que en los últimos días se han contabilizado 49 asesinatos el lunes, 49 el domingo, 48 el sábado y 43 el viernes, lo que refleja un promedio cercano a 47 homicidios diarios en la última semana.
Tendencia a la baja, pero con cifras aún críticas
Si bien las estadísticas muestran una ligera reducción respecto a años previos, la violencia homicida continúa siendo uno de los principales desafíos de seguridad. En comparación, los registros anuales de homicidios dolosos muestran el siguiente panorama:
- 2024: 30,898
- 2023: 31,062
- 2022: 33,287
- 2021: 35,700
- 2020: 36,773
- 2019: 36,661
Estos números reflejan un lento descenso desde 2019, año en el que México alcanzó su máximo histórico con más de 36 mil homicidios. No obstante, los expertos advierten que el país sigue enfrentando niveles de violencia equivalentes a los de una nación en conflicto armado.
El sexenio en cifras
Con 323 días transcurridos de la administración en curso —equivalente a 10 meses y 19 días—, el promedio diario de homicidios ronda los 71 casos por día. A este ritmo, analistas estiman que el sexenio podría cerrar con cifras cercanas a las registradas en la administración anterior, que acumuló más de 156 mil homicidios en seis años.
Al sexenio actual le restan todavía 1,868 días, es decir, poco más de cinco años, lo que plantea un enorme reto para las autoridades federales y estatales en materia de seguridad.
Un problema persistente
De acuerdo con especialistas en seguridad, la violencia en México responde a múltiples factores: la disputa de territorios entre grupos del crimen organizado, la impunidad en las investigaciones y la debilidad de las instituciones locales para contener a las organizaciones criminales.
Mientras tanto, colectivos de víctimas y organismos civiles reiteran que las estadísticas no deben invisibilizar las historias detrás de cada número: familias que han perdido a un ser querido y comunidades que viven bajo el miedo cotidiano de la violencia.