En la administración de Chava Calderón hay cargos que pesan más por su utilidad política que por su desempeño real. Uno de ellos es el de Tere Arteaga, la exdirigente del Comité Municipal del PAN a quien el alcalde le diseñó a la medida el puesto de coordinadora de Gabinete. Sobre el papel es una pieza clave. En la práctica, según coinciden funcionarios municipales, es una figura que aparece poco, llega tarde y cita reuniones a las que ni ella se presenta. Una especie de coordinadora fantasma.
El caso más reciente fue la Travesía de los Pueblos Mineros 2025, evento turístico y cultural que ameritaba liderazgo y presencia institucional. Arteaga, encargada de coordinar la primera edición en Parral, simplemente no llegó. Y no es la excepción, sino el estilo: aseguran que su horario habitual de entrada a Presidencia ronda entre las 10 y las 11 de la mañana, siempre con la certeza de que nada le pasará.
Porque ese es el punto. La tolerancia del alcalde no es gratuita. Tere Arteaga forma parte del pequeño círculo que opera la estructura de reelección de Chava Calderón, esa maquinaria silenciosa que se alimenta de recursos públicos y favores anticipados. Para reforzarla se sumó a la nómina municipal a Mary Díaz, exregidora priista y presidenta seccional del PRI desde hace años. No llegó por méritos administrativos, sino por su probada capacidad de trabajo territorial, especialmente en colonias de voto duro. El mensaje fue claro: la campaña empezó desde el primer día y el erario está pagando la gasolina.
La ironía es que, mientras las operadoras políticas gozan de horarios flexibles y sueldos asegurados, la ciudad acumula pendientes. El alcalde ha estado más presente en las fotos de reuniones partidistas en Ciudad de México que en las calles de Parral, donde las obras se abandonan o se eternizan. Entre su asistencia al relanzamiento nacional del PAN, la marcha del blanquiazul en Chihuahua capital y las citas con dirigentes, se ha vuelto común escuchar que “no se le ve por aquí”. El municipio está funcionando por inercia, no por conducción.
Y lo que preocupa no es que haga proselitismo en fin de semana, sino que lo combine con una administración llena de grietas: obras sin terminar, servicios públicos a medio gas, un gabinete fracturado y una nómina inflada por operadores disfrazados de funcionarios.
En resumen, mientras Parral se hunde en la rutina del abandono institucional, en los pasillos de Presidencia hay quienes cobran por coordinar, pero no coordinan; quienes deberían gobernar, pero no gobiernan; y quienes deberían trabajar por la ciudad, pero trabajan por la reelección de un alcalde ausente.



