En Chihuahua, Morena ya calienta motores rumbo a 2027. A la clásica puja por la gubernatura, los primeros apuntados eran personajes con nombres y estructuras claras: Cruz Pérez Cuéllar, alcalde de Ciudad Juárez, quien encabeza las encuestas con entre 37 % y 41 % de preferencia dentro del partido, dependiendo de la casa que levante estos ejercicios, liderando también un Morena estatal por encima del PAN a razón de 27 %–30 %.
Andrea Chávez, senadora y favorita juvenil, aparece en segundos lugares con alrededor del 10 %–39 % perfilándose como un “plan B” con proyección, y finalmente, aunque no limitativo, Juan Carlos Loera, otro senador, también figura, pero con niveles de apoyo menores. Sin embargo, la contienda no se trata solo de números: Morena ha levantado otros perfiles que, oficialmente, parecen “legítimos”, pero estratégicamente actúan como palanca para dos jugadas clave.
Cuauhtémoc Estrada, coordinador de los diputados locales, ha afirmado que “aspira a ser gobernador” aunque pide respeto a tiempos y paridad, y como luego dicen que el que para otros pide, para sí mismo abona, Estrada respalda a Mayra Chávez, la delegada del Bienestar en el Estado, pero realmente atiende a la poderosa secretaria Ariadna Montiel, jefa de Mayra y líder del grupo político al que atiende Cuauhtémoc.
Mayra Chávez aparece con un 6% de preferencias y todo apunta a que ella y Estrada no compiten realmente por la silla; su función, según operadores internos, es más bien estratégica: elevar el perfil de Montiel, generar múltiples focos y diluir la hegemonía de Juárez, es decir de Pérez Cuéllar, y del bloque “joven” encabezado por Andrea Chávez. Es el típico juego de Morena de ofrecer múltiples perfiles, pero con la mirada puesta en uno preferido por Palacio Nacional.
Las tablas ocultas del tablero son, primero, la paridad de género a la que Morena está obligado, por estatuto, a postular ocho mujeres y ocho hombres para 16 gobernaturas. Con Ariadna como el objetivo principal en Chihuahua, colocar a Mayra y a Andrea aumenta la narrativa de “multiplicidad” femenina oficial, mientras que el diputado Estrada anuncia sin rubor que todas las aspiraciones son “legítimas”, pero “primero cumplir responsabilidades”
El registro de aspirantes desde ahora permite a Palacio y al Comité Ejecutivo Nacional de Morena, observar estructuras, mediciones y reacciones internas mucho antes que la oposición, lo que nos lleva a la otra pieza oculta: el efecto distracción. Y es que, al agotar una parte del foco mediático en los perfiles secundarios, debilitan el impulso de Pérez Cuéllar —el competidor más fuerte— y restan protagonismo a Andrea Chávez, quien particularmente podría consolidarse con su perfil parlamentario y si, insistimos, el juvenil con la narrativa del relevo generacional.
Concluyendo pues, Cruz Pérez Cuéllar, a veces complaciente al “jugar bajo las reglas”, mantienen la ventaja real que le da una estructura municipal robusta y una historia de triunfos electorales, desde Ciudad Juárez al Senado, pasando por una reelección contundente. Andrea Chávez, con visibilidad y ambición genuina, pero sin estructura territorial y un ascenso acelerado y mediático que le ha traído más escándalos que aciertos, carece, por el momento, de una base sólida en el estado que garantice ganar la candidatura. Su fuerte es el Grupo Tabasco, encabezado por el poderoso senador Adán Augusto López Hernández, aunque no le haya alcanzado para dejarla en la Presidencia del Senado.
Ariadna Montiel es la favorita disfrazada de alternativa, y si logra ganar el respaldo de Palacio Nacional y una estructura interna, deberá responder también a cuestionamientos de origen: ¿puede una capitalina intentar gobernar un estado con fuerte identidad fronteriza sin raíces locales claras?
Morena practica un “ajedrez político”: mueve piezas secundarias para proteger a la principal, juega con la paridad, con la percepción pública y con el reloj electoral. El tablero para 2027 en Chihuahua está dispuesto: al centro, Cruz Pérez Cuéllar avanzando con paso firme; en las orillas, se lanzan Andrea Chávez y el grupo Montiel, con Cuauhtémoc y Mayra distractores útiles. En medio, las cartas internas —encuestas que ya empezó a dispersar la dirigente nacional, Luisa Alcalde, agregándole reglas y género— definirán si la jugada maestra es Montiel o si el peso real es local.