La guerra sigue. Cambia el gobierno, cambian los discursos, cambian los uniformes y los nombres de las estrategias… pero los muertos siguen ahí.
En apenas nueve meses, el actual sexenio acumula 19,067 homicidios, según los datos presentados por TR Research International. Una cifra que no se puede maquillar ni suavizar: son 19 mil vidas que se han perdido en menos de un año de gobierno de Claudia Sheinbaum.
Aunque el dato no supera los 27,152 homicidios registrados en el arranque del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, sí coloca a este nuevo gobierno como el segundo más violento en su inicio en las últimas tres décadas. Por supuesto, el contexto importa. Las estructuras criminales no nacieron ayer y la crisis de violencia tiene raíces profundas que trascienden colores y sexenios. Sin embargo, los números no entienden de justificaciones. Solo muestran una realidad cruda: la violencia sigue siendo la constante.
La presidenta ha prometido cambios. Ha hablado de prevención, de fortalecer a las policías locales, de inteligencia más que de fuerza bruta. Pero los hechos, por ahora, muestran que los mecanismos aún no funcionan o no han sido suficientes. Mientras tanto, el país promedia más de 70 homicidios por día, con semanas que cierran con cifras similares a las de una guerra abierta.
Y si echamos un vistazo atrás, el contraste es brutal. En los primeros nueve meses de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se contabilizaron apenas 892 homicidios. En el arranque de Felipe Calderón, que después sería símbolo de la “guerra contra el narco”, la cifra fue de 6,797. Hoy, incluso superamos los números iniciales de Enrique Peña Nieto, que ya de por sí eran preocupantes con 17,563 asesinatos.
Entonces, ¿qué sigue? ¿Cuánto más puede resistir una sociedad golpeada por la impunidad y el miedo? La violencia se ha normalizado. Las cifras pasan como una estadística más, pero detrás de cada número hay una historia rota, una familia destruida, una comunidad silenciada.
La presidenta tiene todavía 1,932 días por delante. Tiempo hay. Lo que falta es que los resultados empiecen a notarse donde más importa: en las calles, en las colonias, en los pueblos donde la ley no llega y donde los criminales son los que imponen el orden.
Porque mientras las gráficas sigan subiendo, cualquier discurso será solo eso: palabras. Y en este país, ya estamos cansados de discursos, especialmente de las culpas al pasado, porque Morena lleva 7 años en el poder y Felipe Calderón, el villano favorito de la 4T, dejó de gobernar ¡hace 13 años!
