Redacción de ‘El Papelerito’
Mientras el Gobierno de Parral presume obras de modernización en calles del centro, los vecinos padecen lo que parece una crónica ya conocida de descoordinación y omisiones: cierres totales sin rutas claras, falta de comunicación entre dependencias y un sistema de parquímetros que sigue cobrando sin tomar en cuenta la realidad del entorno.
El más reciente ejemplo ocurrió con el anuncio del cierre total de la calle Segunda del Rayo y Ojito, donde a partir del pasado miércoles comenzaron trabajos de concreto, drenaje y agua potable. El boletín oficial asegura que se implementó un operativo vial “para resguardar la seguridad de conductores y peatones”, pero omitió cualquier referencia al impacto directo sobre residentes y comerciantes del sector, quienes han quedado con acceso restringido a sus hogares y negocios.
A través de redes sociales, los vecinos reclamaron no tanto por las obras —que consideran necesarias— sino por la falta de sensibilidad y planeación, ya que al quedar bloqueadas las calles alternas sin parquímetros, muchos se ven forzados a estacionarse en zonas tarifadas, acumulando pagos o incluso multas.
“No se pide un privilegio, solo consideración”, expresó una vecina del área, quien propuso que se otorguen engomados o permisos temporales para los residentes afectados, mientras duren los trabajos.
Sin embargo, el problema no es nuevo. Hace apenas unas semanas se documentó que el Consejo de Estacionómetros mantiene cobros duplicados y discrecionales, además de la falta de claridad en el destino de los recursos que recauda bajo el argumento de apoyar obras viales y de infraestructura. Paradójicamente, esas mismas obras hoy generan afectaciones que el propio sistema de parquímetros no contempla ni mitiga.
El resultado: ciudadanos que pagan por estacionarse en calles que a veces ni siquiera pueden usar, multas que se acumulan mientras las obras avanzan a ritmo incierto y un gobierno que parece no coordinar a sus propias áreas.
Más allá del cemento y el concreto hidráulico, lo que vuelve a quedar expuesto es la falta de planeación integral y empatía ciudadana. En Parral, las obras se anuncian con entusiasmo, pero se ejecutan con olvido de quienes viven entre los conos naranjas, las vallas y los recibos del parquímetro.