Redacción de ‘El Papelerito’
Parral se encuentra frente a una crisis de descoordinación y opacidad que va más allá de los números: no es solo que el Municipio arrastre un déficit operativo superior a 35 millones de pesos, con sobregiros contables de más de 6 millones, o que se financie con recursos que aún no existen; el verdadero problema es que Presidencia Municipal insiste en presentar una realidad paralela, negando la evidencia que su propia Sindicatura ha documentado.
Este 8 de octubre, la síndica Dalila Villalobos presentó ante el Cabildo un informe claro y contundente: un panorama financiero delicado, con mala planeación, gasto sin control y recortes a sectores prioritarios como Seguridad, Turismo y Desarrollo Económico, mientras áreas administrativas y de Comunicación Social, incrementaban su presupuesto. En otras palabras, el barco administrativo navega sin timón, como ella misma lo describió.
Sin embargo, apenas horas después, Presidencia Municipal emitió un comunicado asegurando que la Sindicatura felicitó al gobierno por su “manejo responsable” del gasto corriente, una versión que la propia síndica desmintió de inmediato. Minutos después, otro comunicado afirmaba que todas las transferencias presupuestales contaban con autorización del Cabildo, sin ofrecer datos concretos ni documentación que sustente la afirmación. La administración insiste en hablar de eficiencia y transparencia, mientras los números y los cheques en tránsito prueban lo contrario.
Este patrón de mentiras, omisiones y simulación no es menor: demuestra una crisis de liderazgo del alcalde Salvador Calderón, que ni siquiera logró que su propio Tesorero compareciera ante el Cabildo para explicar irregularidades superiores a 40 millones de pesos, cuando la fracción edilicia de Movimiento Ciudadano propuso exigir rendición de cuentas. PAN, PRI, PRD y el propio alcalde votaron en contra, dejando sin respuesta la necesidad básica de transparencia y debilitando la confianza ciudadana.
Si la administración actual esperaba que los comunicados maquillados fueran suficientes, el contraste con el informe de la Sindicatura es abrumador. Obras sin documentos, desorden presupuestal, falta de pago a proveedores, carencia de insumos, incrementos de nómina sin resultados, y un déficit que crece sin control no se resuelven con boletines. La ciudadanía no necesita discursos, necesita liderazgo, soluciones y rendición de cuentas.
El problema de Parral no es únicamente financiero: es informativo y de gobernanza. La crisis real es que el gobierno insiste en manejar la percepción y no la realidad, mientras los ciudadanos perciben cada omisión y cada contradicción. Y en medio de este desorden, el alcalde Salvador Calderón no ha demostrado tener la capacidad de coordinar su gabinete, enfrentar la crisis con transparencia ni asumir responsabilidad.
Si algo queda claro tras el Informe de Dalila, loa comunicados contradictorios y negativas a comparecer, es que la verdadera emergencia no está solo en las finanzas, sino en la credibilidad de quien gobierna. Parral necesita más que discursos; necesita dirección, claridad y, sobre todo, un liderazgo que deje de inventar narrativas y comience a resolver problemas reales.
