No sabemos si el presidente municipal de Parral pensaba que estaba inaugurando la pavimentación de una calle o si era alguna sesión ordinaria de Cabildo, o por qué se aventó un discurso tan chafa, tan vacío y tan pobre en palabras que hasta los mismos naranjas les dio pena ajena.
A César Peña Valles nada le han enseñado los años y no entiende que no entiende de política, menos de cortesías o anfitrionías, porque priorizó saludar primero al coordinador nacional de Movimiento Ciudadano -su partido- que a los poderes del Estado.
Para César es más importante quedar bien con el jefe que con la gobernadora, por eso mejor saludó con todos los honores a Alfredo Lozoya, a su esposa -así la mencionó- y al subjefe, Francisco Sánchez Villegas, el que, según Peña ha bajado carretadas de millones para el Periférico y la Puerta del Tiempo, ambas obras a medias.
El alcalde comparó las acciones de Pancho Villa con el reparto de calzado y útiles que NUNCA pudieron cumplir en tiempo y forma, ni explicar, ni transparentar. A menos que la comparación con Villa haya sido con su época de bandolero, solo así podría entenderse.
Remataba César Peña cada que saludaba a alguno de los presentes: «gracias por acompañarme», como si él fuera la estrella, como si fuera un informe de actividades. ¡No! ¡Fue la Sesión Solemne en Conmemoración del Centenario de la muerte del general Francisco Villa! Había tres poderes más importantes que él: el Ejecutivo, en la persona de Maru Campos Galván; el legislativo, en la presidenta del Congreso del Estado, Adriana Terrazas Porras, quien llevaba la batuta y voz cantante y quien le cedió la palabra al alcalde de Parral; y el Judicial, en la representación de Myriam Hernández, la titular del Tribunal Superior de Justicia.
De las anteriores, únicamente a Maru mencionó Peña Valles, y eso porque ¡ya estaría de Dios que se le pasara! Pero más imperdonable hubiese resultado para el munícipe no haber priorizado en su mensaje al jefe naranja, no a Dante, sino a Alfredo, aunque ya no cuente con autoridad alguna en la ciudad, salvo la que le otorga el mismo alcalde.
Y no es broma cuando mencionamos al inicio de esta columna que hasta los propios emecistas sintieron pena ajena de él, si fue uno de ellos quien la soltó, sin saber que cerca de él estaba quien nos lo contó.
Al final, la gobernadora le devolvió la cortesía y también saludó a las presidentas del PAN y del PRI, Nora Bueno y Avril Gardea…Gamboa…Carmona o como sea que se apellide; también al exalcalde panista Óscar González Luna; a la diputada Ángeles Gutiérrez, a las exdiputadas María Ávila Serna y Hortensia Aragón, a otras y a otros más, ¡ah! y al exalcalde Lozoya, así nomás, y por supuesto al alcalde César Peña.
Qué patético representante de La Capital del Mundo, que no de lo bueno, al menos no por los que (des) gobiernan. Este año, las que tuvieron que haber sido las mejores y más representativas Jornadas Villistas de la historia, pasarán a ser unas de las más chafas y desorganizadas, sin rumbo y con obras negras, tanto por estar incompletas como por su falta de transparencia.
Pero eso sí: ¡Parral ya es Pueblo Mágico!