Movimiento Ciudadano ha tejido con inteligencia una narrativa de renovación, honestidad y cercanía ciudadana con eso de la nueva política. Y en ese tablero de ajedrez, tres figuras destacan como alfiles anaranjados del sur del estado: Alfredo Lozoya, Francisco Sánchez y Alma Portillo. Todos oriundos de Parral, todos con experiencia previa en el servicio público y, sobre todo, todos beneficiarios del controvertido sistema de representación proporcional, una vía de acceso que no exige votos directos, pero sí debería exigir resultados.
A casi un año del arranque de la LXVI Legislatura federal y la LXVII estatal, la pregunta que flota en el ambiente no es ideológica ni partidista, sino profundamente democrática: ¿qué están haciendo por Chihuahua estos tres legisladores? La respuesta más atinada tal vez sería: promesas con poco peso legislativo
Al revisar su desempeño legislativo, el promedio no solo es bajo, sino preocupante. “El Caballo” Lozoya, exalcalde y hoy diputado federal plurinominal, no ha presentado una sola iniciativa hasta la fecha. Su voz, por ahora, ha estado más presente en los foros que en el Diario de los Debates. Su llegada a San Lázaro parecía prometer una defensa vigorosa del federalismo y del sur del estado, pero en los hechos legislativos permanece en silencio.
En contraste, Francisco Sánchez, experimentado en el Congreso local y exsecretario del Ayuntamiento de Parral, sí ha tenido una agenda mucho más activa. Ha presentado iniciativas para blindar la soberanía estatal, modificar el uso del ISR federal y crear un «amparo chihuahuense». El problema: no hay evidencia pública de que alguna de estas propuestas haya sido dictaminada o aprobada. Su discurso combativo y federalista choca con una ejecución que, hasta ahora, parece simbólica más que efectiva.
Alma Portillo, exsíndica municipal, ha centrado sus iniciativas en temas de transparencia, cultura y justicia social. Desde proponer el fortalecimiento de las sindicaturas municipales hasta impulsar estímulos fiscales para madres jefas de familia. Su agenda muestra aparente sensibilidad social. Pero como en los otros casos, no hay claridad sobre avances legislativos concretos, más allá de los comunicados de prensa. Más allá: hay incongruencias entre su desempeño inmediato pasado como síndica y el actual como diputada.
Tres figuras, mismo molde. A Alfredo, Francisco y Alma hay algo que les une a más allá de su origen geográfico o partido: el acceso al poder sin el riesgo del voto directo. Los plurinominales, si bien son una figura legal y necesaria para asegurar la representación proporcional, deberían implicar mayor responsabilidad, no menor. Porque si el escaño se gana sin campañas territoriales, sin promesas específicas de distrito, la legitimidad se construye con trabajo medible: iniciativas presentadas, dictaminadas, aprobadas y con impacto real. Pero en este caso, pareciera que el uso de la curul ha sido más altavoz político que instrumento legislativo.
La gran interrogante sería si representan a Parral o representan a Movimiento Ciudadano, pues han ocupado cargos públicos, han manejado presupuestos, han estado en el escenario local. ¿Por qué, entonces, la transición al Poder Legislativo ha sido tan tenue en resultados? Una posible explicación es que su papel dentro de MC está más alineado con la estrategia nacional de crear figuras mediáticas, confrontativas Y disruptivas, que con la labor técnica del legislador.
Pero Chihuahua, y particularmente Parral, no necesita figuras decorativas. Necesita legisladores que devuelvan en trabajo lo que han recibido en confianza. Pero no, hay sabor a deuda si sumamos los desempeños legislativos de Lozoya, Sánchez y Portillo, el promedio es simple: Iniciativas presentadas: algunas -entre el geodioutado y la exsíndica-, pero del exalcalde no hay nada. Dictaminadas: escasas o nulas. Iniciativas aprobadas: ninguna comprobada hasta ahora
Tres plurinominales, cero impacto legislativo palpable. No es una ecuación que el ciudadano esté dispuesto a aceptar indefinidamente. Lo que estos tres perfiles tienen en común —trayectoria política, acceso por lista y discurso disruptivo— debería traducirse en liderazgo parlamentario. Pero hasta ahora, el balance es más simbólico que estructural. Si Movimiento Ciudadano quiere ser algo más que un buen eslogan en Chihuahua, tendrá que demostrar que sus representantes saben legislar, no solo hacer ruido.
Porque en democracia, el privilegio de la representación sin resultados no es un derecho: es una deuda.
