Un nuevo estudio descubrió que la prohibición de las bolsas de plástico gratuitas en los supermercados provocó que los consumidores compraran más bolsas de plástico para otros usos domésticos, como bolsas de basura, por ejemplo.
- Impactos prolongados: Efectos de las prohibiciones persisten tras su derogación.
- Cambio en consumo: Aumenta la compra de bolsas plásticas para otros usos.
- Persistencia de hábitos: Cambios más duraderos con políticas prolongadas.
- Compensación ambiental: Reducir 1 bolsa cada 5-7 compras puede equilibrar el impacto.
- Lección clave: Políticas deben evitar efectos secundarios y fomentar hábitos sostenibles.
Las prohibiciones de bolsas plásticas tienen impactos persistentes, incluso después de su derogación
Prohibir las bolsas de plástico gratuitas para las compras puede tener consecuencias inesperadas y prolongadas, según un estudio publicado en el Journal of Marketing Research.
Estas regulaciones ambientales, aunque diseñadas para reducir la contaminación plástica, pueden generar impactos secundarios, algunos de los cuales contradicen los objetivos ecológicos iniciales.
Cambios en el consumo de bolsas plásticas: un efecto contrario al esperado
El estudio analizó políticas implementadas en las ciudades de Austin y Dallas, en Texas, que prohibían las bolsas plásticas de un solo uso o las gravaban con un pequeño coste.
Estas normativas, posteriormente derogadas, tuvieron un efecto notable: los consumidores comenzaron a comprar más bolsas de plástico para otros usos domésticos, como revestir basureros. Esto fue confirmado mediante un análisis de datos de escáneres de códigos de barras.
Aunque se esperaba un cambio positivo en los hábitos de los consumidores, como una mayor adopción de bolsas reutilizables de tela o yute, los datos muestran que muchos simplemente compraron más bolsas de plástico. Este aumento en las compras plantea interrogantes sobre la eficacia de estas políticas ambientales.
Persistencia de los hábitos inducidos por las políticas
Uno de los hallazgos clave fue que los hábitos creados por estas políticas permanecen en el tiempo, incluso después de que las normas fueron derogadas.
En Austin, donde la prohibición estuvo vigente durante cinco años, los consumidores seguían comprando un 38,6 % más de bolsas plásticas al final del período de análisis, 18 meses después de la derogación. En Dallas, donde la política estuvo activa por solo cinco meses, los hábitos cambiaron más rápidamente, pero aún tardaron más de un año en volver a los niveles previos.
Impacto neto en el medio ambiente: ¿Cuándo se compensa?
A pesar de los efectos negativos, el estudio señala que estas políticas podrían seguir beneficiando al medio ambiente si logran reducir el uso de bolsas de plástico en las compras.
Según un análisis de equilibrio ambiental, los consumidores en Dallas necesitarían usar una bolsa menos por cada siete viajes de compras, mientras que en Austin sería una bolsa menos cada cinco viajes para compensar el aumento en el consumo de bolsas de basura.
Este resultado resalta la importancia de reducir incluso pequeñas cantidades de residuos plásticos en el largo plazo, pues pueden tener un impacto positivo acumulativo.
Lecciones aprendidas y aplicaciones más amplias
El estudio aporta valiosas lecciones sobre los efectos no deseados de las políticas ambientales y sugiere que estas dinámicas pueden extrapolarse a otras áreas, como el consumo de bebidas azucaradas, la eficiencia energética y los incentivos de salud.
Por ejemplo, gravar las bebidas azucaradas podría incentivar a los consumidores a comprar más alimentos poco saludables, compensando parcialmente los beneficios buscados.
Reflexión sobre el diseño de políticas sostenibles
Para los interesados en la ecología y la sostenibilidad, estos hallazgos subrayan la necesidad de un diseño más robusto de políticas públicas que minimicen los efectos secundarios no deseados.
Además, recalcan la importancia de complementar las regulaciones con campañas educativas que promuevan cambios de comportamiento sostenibles a largo plazo.
Las políticas ambientales no deben evaluarse únicamente por su impacto directo, sino también por sus efectos secundarios y su capacidad para transformar hábitos de consumo. Con un enfoque integral, es posible avanzar hacia un futuro más sostenible.