Más allá de falsos optimismos de quienes quieren – como muchos – una alternancia política en Parral, un par de interrogantes surgen a raíz de la reunión entre Otto Valles, Chava Calderón y Rocío Allende, los tres, candidatos a la Presidencia Municipal de Parral, los primeros dos, punteros en las encuestas tempranas.
Y es que, refiriéndonos específicamente a Valles y a Calderón, ambos buscaban lo que ahora ya tienen: la candidatura a la alcaldía, pero antes, que ninguno tenía ningunas siglas partidistas, no lograron converger en un mismo proyecto y la mesa de oposición a la que también pertenecían Miguel Jurado Prieto, hoy suplente de Otto, y Pedro Villalobos, que rompió con Otto y apoyará a Chava; se desbarató por ponderar los intereses particulares.
Entonces, la pregunta seria va en el sentido del porqué ahora sí podrían lograr esa unidad si ya los dos tienen lo que querían, es decir, la candidatura. Más específicamente, si cuando la buscaban, ninguno cedió, ¿por qué ahora que los dos la tienen, lo harían? ¿Qué pensaría Miguel, por ejemplo, si Otto declinara por Chava? ¿Qué haría Pedro si Calderón se bajara para apoyar a Valles? Es algo más fantasioso que real.
¿A poco Nora Bueno y Avril Carmona harían campaña para Otto? ¿O Jurado regresaría con los que acusó de no apoyarle con el tema de la agresión a su hijo a manos de policías municipales? O dejando de lado esas interrogantes, dejamos una más compleja todavía: ¿el reparto de las regidurías qué?
Si bien la actitud reactiva de Sol Sánchez demuestra una inmadurez política al llamarlos chillones, además de una actitud propia de quien está en el sótano de las preferencias, porque un puntero no responde tan rápido a una provocación, la verdad es que, contrario a lo que opinan los gurús de la política local, ese encuentro entre los inges Otto y Chava no asusta a nadie.
La intención es buena, siempre y cuando no la hubieran promocionado tan temprano César Molina -¿por qué le siguen haciendo caso?- y Vicencio Chávez. Hay estrategias, sobre todo en política, que no se dicen, no se develan, no se gritan. Lo que hicieron es darle herramientas a Lozoya para desarmar lo que sea que estuvieran planeando. ¿Quién asesora ese tipo de novatadas y quien las autoriza?
Nos cuentan que, para que ambos asistieran, ni a uno le dijeron que estaría el otro, ni al otro que estaría el uno. Aparentemente, César Molina que, de entrada, no vive en Parral, y Vicencio Chávez los habrían llevado con engaños, y aunque hayan ido con pleno conocimiento de causa, ya el Frente Amplio Por México se deslindó de cualquier acuerdo.
De oposición solo el nombre tienen, porque si en realidad buscaran arrebatarle el poder a Movimiento Ciudadano, se habrían puesto de acuerdo desde hace mucho tiempo, desde antes de definir las candidaturas, desde antes de desbaratar el grupo en el que estaba Otto, Pedro, Miguel, Chava y Amín, ¡pero no, todos se aferraron a ser candidatos!
Por si fuera poco, están pasando por alto una máxima en las encuestas: a los punteros solo les queda caer, y a los de abajo, subir, o dicho más coloquialmente: caballo que alcanza, gana, y mostrando sus cartas, los rebasarán por la derecha y ni los verán pasar.
Es fácil dejarse llevar por el canto de las sirenas de «bien intencionados» que les susurran al oído, y se podría entender de Calderón Aguirre, que sigue sin encontrar la brújula, pero Valles Baca lleva muchos años en campañas como para que cometa errores tan básicos.
¡Con razón Alfredo sigue carcajeándose!