Previo al debate entre candidatos a la Presidencia Municipal de Parral en el que confirmaron su participación los cinco aspirantes (sí, son 5, no 3), es de esperarse que al termino del mismo, como es ya una costumbre, todos salgan a presumir que ganaron el ejercicio democrático, aunque no exista una medición objetiva y real que exponga a un vencedor de un evento como este.
Pero más allá, existe una fiebre de encuestas que los posicionan, a todos, como punteros, generando una falsa percepción entre la ciudadanía, y confusión en los equipos de trabajo, además de ingenuas confianzas de quienes llegan a creer a ciegas que van ganando, lo que, a su vez, provoca errores en las estrategias al aflojar el paso.
En el colectivo, en los ciudadanos de a pie, se escucha que Otto Valles ahora sí llegará a la alcaldía y provocará el cambio de color en Parral, que se ha mantenido entre dorado y naranja durante los últimos 8 años, y que, por primera vez en la historia, la combinación rojiguinda que resultó de la extraña alianza del PT y Morena, gobernará la ciudad.
Por otra parte, las encuestas “oficiales”, esas que se publicitan y a las que tiene acceso todo mundo, aseguran que Chava Calderón se despegó y está en un casi inalcanzable primer lugar con varios puntos porcentuales de diferencia que ya no significan empate técnico, sino que el prianista llegaría sin problemas al despacho presidencial con un gabinete plural azul-tricolor.
Sin embargo, hay otras, las que no se difunden y que únicamente ven los estrategas y algunos candidatos, no todos, esas que ofrecen un panorama real de cómo va todo más allá de la estridencia, las movilizaciones, las promesas, los eventos y los cruceros, nos cuentan que es Sol Sánchez la que se perfila para asegurar la permanencia de los naranjas por otros tres años más.
Faltan cuatro semanas para la votación, y a ninguno de los casos anteriores podemos hacerles caso, en el sentido de creer o asegurar que alguno emite a ciencia cierta el pulso de las elecciones, además de que el periodo crítico en el que se decide el sentido del sufragio comienza en los últimos quince días y se solidifica en la última semana, de tal forma que, en los tres días de “reflexión” comprendidos entre el cierre de campañas y el “Día D”, la gente ya sabe a quien le otorgará su confianza en las urnas.
Otto le apuesta al hartazgo ciudadano, que lo hay; Chava confía en que la estructura combinada de tres partidos – bueno dos – le dará la fuerza suficiente para ganar; y Sol espera que la operación emecista del mero domingo 2 de junio que les ha funcionado en las tres ocasiones pasadas, les resulte igual de efectiva esta vez.
Usted, amigo lector, ¿ya tiene definido por quién votará?