Pocos imaginaron que Vanessa Terrazas crecería como lo ha hecho, a pesar de ser un rostro nuevo en la política, lo que, irónicamente, es lo que le ha funcionado contra las figuras desgastadas que representan sus adversarios.
De ahí que puedan entenderse los esfuerzos por descarrilar su campaña y evitar a toda costa que continúe en ascenso, especialmente en el Tecnológico de Parral que, como ya lo habíamos mencionado, está teñido de naranja.
Y es que Vanessa tiene prácticamente un pie en el Congreso del Estado, si se considera que los números le favorecen, tanto que, aunque pudiera no ganar el 2 de junio, se colaría a una curul gracias al número de votos que pudiese obtener, es decir, como plurinominal.
Esto es lo que pretenden evitar y el trabajo sucio corre a cargo de la Dirección del Tecnológico, desde donde ya le integraron un expediente en el que exponen las ausencias de Terrazas a la impartición de clases, con el fin de ponerla en la encrucijada de que, por andar encampañada, podría perder su trabajo, obligándola a que solicite licencia, lo que no es imperativo.
De hecho, ni siendo diputada estaría obligada a hacerlo, pues la ley exime de tal condición a quien practica la académica y lo legislativo, pues una actividad no riñe con la otra y, por el contrario, es bien visto a nivel de honor – no exageramos, es cuestión de que, si alguien lo duda, se ponga a investigar – que un docente sea legislador, y viceversa.
A Vanessa Terrazas le tocó enfrentar dos fuerzas que ven en ella el peligro inminente de dejarlos sin curul, a la mezcla prianista y a los emecistas, ya que uno de los dos no llegará, pero ella, avanza. Y el que tenga ojos que vea.