Movimiento Ciudadano anunció con bombo y platillo que su alcalde estrella, César Peña, fue designado candidato a senador en fórmula con Zury Espino, lo que ilustraron con una foto de ellos dos junto al diputado Francisco Sánchez y a Alfredo Lozoya, que hicieron circular por [casi] todos los medios de comunicación.
Es una burla esa candidatura para cualquiera con dos centímetros de frente, porque es más rellenar espacios que nadie quiso por ser imposible ganar esos escaños en la Cámara Alta, si consideramos que enfrente, por el PRIAN, tienen a Mario Vázquez y Daniela Álvarez con casi el 50% de las preferencias; y del otro lado, abanderado a Morena, a una aguerrida Andrea Chávez y a un controvertido Juan Carlos Loera, con casi el 40% de posibilidades de ganar. Es decir, el 90% de los electores podría votar por cualquiera de estas dos fórmulas.
De tal forma que, César y Zury, en el mejor de los casos, que no es así, aspirarían a buscar el 10% de los votos. ¿A poco creen que si MC tuviera posibilidades reales de ganar la Senaduría, o al menos de competirla, ya no digamos Alfredo, sino Francisco Sánchez habría buscado ser el candidato?
No es bajo ningún escenario una salida decorosa de la política para el tristemente célebre presidente de Parral, sino todo lo contrario. Como no tienen más espacio para él, ni por la reelección, ni por ninguno de los dos distritos, el 21 y el 9o, ni siquiera para bajarlo a síndico, lo mandan a la piedra de los sacrificios de una posición con posibilidades cercanas a cero de obtenerla.
César Peña tuvo un vergonzoso debut al convertirse en alcalde, con la inauguración de una obra que, amén de haberle sido ordenada por Alfredo Lozoya, como lo fue el Parque Puerta del Tiempo, nunca pudo terminar, sin mencionar que se le hundió varias veces y demostró una pésima planeación y ejecución; y de la misma forma termina, con una candidatura impuesta por El Caballo para hacerle creer que merece ser senador. ¡De risa loca!
Es así como culmina una desastrosa y vergonzosa etapa en la vida de Peña Valles, con una Presidencia que nunca pudo ejercer y que nunca nadie le creyó; con un gabinete que jamás le perteneció ni obedeció, un presupuesto que ni pudo ni supo ejercer, enemistado con los medios de comunicación, y con los que no [él cree], atienden más intereses económicos que sinceras relaciones de amistad.
Patético porque el único que no lo ve y que realmente piensa que lo hizo bien y por eso le «premian» con esa candidatura, es él.