Parece una competencia de a ver quien se cansa primero entre narcotraficantes y la Fiscalía General del Estado, que encabeza el Operativo Conjunto desplegado en la zona serrana principalmente, aunque tengan menor rango que el Ejército y la Guardia Nacional, aunque de poco, de muy poco sirve la presencia de tanto elemento federal y estatal, si los delincuentes protagonizan enfrentamientos en sus narices.
Como si fuese adrede, apenas lanzan un comunicado oficial presumiendo acciones permanentes para salvaguardar a los habitantes y mantener la paz, cuando ocurre una balacera con saldos fatales, de terror, que obligan no solo a la población civil, sino a las mismas autoridades a resguardarse, como ha sucedido en Guachochi, en Coronado y en Jiménez, que incluso la Presidencia Municipal cierra, los policías se esconden y dejan que los malandros hagan y deshagan. ¿Qué más podrían hacer si los superan en armamento?
Eso sí, una vez que ya no hay presencia de delincuentes en activo, que cesaron los balazos y que solo quedan vehículos calcinados y cuerpos regados, entonces se dejan ir en convoy los soldados, los guardias nacionales, los policías estatales y los agentes ministeriales. ¡El miedo no anda en burro, sino en pick ups blancas doble cabina!
Repetimos la pregunta: ¿Qué otra cosa pueden hacer contras las blindadas, los cuernos de chivo y las granadas? ¿Acusarlos con sus mamás? ¿Abrazos, no balazos?
Luego del ataque contra un templo en la comunidad de Santa Anita, el fiscal de Distrito Zona Sur, Juan Carlos Portillo, asegura que apoyarán a los sacerdotes dialogando con el obispo de la Tarahumara para saber si ellos creen que están en riesgo. ¿Es en serio?
El fiscal general, César Jauregui, responde lo mismo a todo: “son enfrentamientos entre grupos antagónicos”. ¡¿A poco?! Entonces dejémoslo así y que se maten entre ellos, mientras se llevan entre las patas a la población civil, mientras queman negocios, ametrallan iglesias, calcinan vehículos y decapitan personas.
En las mesas de seguridad las estrategias se exponen muy bonitas, con diapositivas al calor del café calientito y un desayuno que incluye fruta de entrada, huevo, frijoles, chilaquiles o machaca y jugo de naranja, desde donde emiten boletines asegurando que están combatiendo frente a frente a la delincuencia organizada, pero la realidad contrasta el discurso oficial. Es una pared de concreto en la que se topan.
Las corporaciones municipales están rebasadas, por mucho, pero ¿la Secretaría de la Defensa Nacional, la de Seguridad Pública del Estado, la Guardia Nacional, la Agencia Estatal de Investigación y la propia Fiscalía General del Estado, entre todos, no tienen capacidad de enfrentar – y no es referencia a un cuerpo a cuerpo – con acciones certeras y de prevención o contingencia, a la delincuencia organizada?
Lamentable.