De piel muy delgada resultaron los funcionarios municipales emanados de Movimiento Ciudadano, quienes son muy buenos para criticar y orquestar campañas de desprestigio contra la oposición, sin el más mínimo recato, incluso de enviarlas desde sus teléfonos celulares, dejando evidencia para los clásicos pantallazos que han exhibido hasta al propio presidente municipal César Peña, como la más reciente contra Otto Valles, puntero en las encuestas rumbo a la alcaldía en 2024. La fracción edilicia naranja en Parral ha enviado innumerables boletines contra la oposición, exhibiendo, principalmente, a las regidoras del PRI, PAN y Morena, al grado de que, el coordinador Efrén Rodríguez, lanzó durante el Segundo Informe de Gobierno de Peña Valles, algunos calificativos contra ellas, llamándolas mentirosas, desalmadas e indolentes, por atreverse éstas a cuestionar el trabajo del alcalde, la mala calidad de las obras, las licitaciones a modo, la operación irregular del relleno sanitario y un larguísimo etcétera. La intolerancia a los señalamientos es de tal magnitud que bloquean a los medios que les parecen incómodos, “sacan” de los grupos de prensa a los reporteros que no les aplauden, como si eso evitara que se enteraran de sus malas prácticas o su mediocre desempeño. En el caso de los emecistas, si alguien pudiese tener salvación, porque no todas las manzanas están podridas en esa reja, sería la extitular de Turismo, Liliana Valdéz, a la única que se le conocen propuestas en Cabildo sin repetir como merolico lo que les ordena el secretario del Ayuntamiento, Alberto Tarín, como la otra decena de regidores naranjas. Ella ha mantenido diferencias y en algún tiempo hasta marcaron distancia y la excluyeron, por el simple hecho de utilizar el cerebro. La pésima estrategia de comunicación de los ediles de MC, creyendo que engañan a la población con su actuar, deriva del mal trato y nocivo ambiente laboral que hay entre ellos mismos y de ellos hacia la persona encargada de difundirles las ocurrencias…perdón, la información, que luego son flores al diputado Francisco Sánchez y reproducción de sus propias notas, críticas al Gobierno Federal y a sus colegas de oposición, que iniciativas o gestiones. La situación de la síndica es más de pena ajena, porque no fue contratada por Presidencia, ni por el alcalde, ni por el dueño del partido, sino electa por la ciudadanía, con independencia de las siglas que abanderó, para cuidar los intereses de los parralenses, en especial, el dinero y el buen uso/gasto/manejo del mismo, porque proviene del bolsillo de los ciudadanos de bien que pagan impuestos. Pero para Alma Portillo, las pérdidas que registraron (como cada año, desde siempre) las Jornadas Villistas, no son tales, sino, según su apreciación, una “aplicación eficiente del recurso” y un “ahorro significativo”, lo que sea que haya querido decir con eso. La que debería ser una funcionaria fiscalizadora, se ha pintado más de gris que de naranja, sin entrarle a temas que importan, como la penosa situación de Seguridad Pública de la que no ha querido hablar o la muy, muy mala calidad de las obras, prefiriendo asumir el rol de víctima y confundir la violencia política de género con las entrevistas periodísticas o las opiniones y notas sobre su desempeño, no sobre su persona, ni por el hecho de que sea mujer, sino porque es funcionaria, nada menos que la síndica municipal. Por eso que hay asombro al enterarnos de que Portillo tiene demandados a, por lo menos, cuatro trabajadores de los medios de comunicación, porque siempre será más fácil victimizarse que cumplir con el trabajo que le fue confiado por la ciudadanía, a través del voto. ¡Y bueno, qué decir del alcalde! Sus yerros le condenan y después busca culpables cuando el principal responsable lo tiene frente al espejo. Desconoce lo que conviene, niega lo evidente y luego se contradice él mismo. Encabeza campañas de desprestigio y después se sorprende de que le traicionen, aun y cuando no tiene el menor cuidado de no dejar pruebas de que él las envió. Es evidente la falta de tacto y de madurez política. Ni siquiera sabe amenazar y gasta “destos” ajenos. Triangula y luego se enreda en las propias telarañas que teje. “Empina” a los suyos y a quien le debe obediencia. Recalca cada que puede que él y solo él es el presidente, pero si tiene la necesidad de hacerlo saber, es que ni siquiera él se la cree y entonces ¿cómo se la creerán los demás? Como lo dijimos antes, en otro espacio: a Alfredo Lozoya le costó 5 años convertir a su movimiento que inició como independiente, en la primer fuerza política de Parral, superando al PRI y al PAN que habían estado alternando el poder a desde el profe Amaya con sus dos periodos, Don Beto, Avitia, Jurado – las dos veces –, González Luna, Dajlala, aunque no precisamente en ese orden y alguno que se nos haya escapado, ostentando el récord del más votado de todos los tiempos y reelecto como el primer candidato sin partido, para que César Peña se lo haya derrumbado en menos de dos años y mandar a MC a un penoso cuarto lugar en las encuestas, por debajo de los tricolores y de los albiazules y lejísimos del aparentemente inalcanzable Morena. Tiene razones de sobra Alfredo para estar enojado y arrepentido.