Tuvieron que pasar (casi) 38 años para meterle frío a aquel Verano Caliente que puso a Chihuahua en la agenda nacional por un supuesto fraude electoral consumado el 6 de julio de 1986 cuando Francisco Barrio se perfilaba a ser el primer gobernador panista, distinción que le costó lograr hasta seis años más tarde, en 1992, porque en el ’86, Fernando Baeza se hizo del triunfo. Polémico, con tufo a fraude, pero triunfo al fin.
Quienes tienen memoria – difícil olvidar este suceso – recordarán que Barrio Terrazas era el favorito, puesto que representaba la alternancia ante un hartazgo de la ciudadanía por el gobierno tricolor. Sin embargo, una serie de irregularidades desencadenaron protestas y enfrentamientos derivados de la indignación popular, derivada, a su vez, de la victoria de Baeza Terrazas.
Exploremos más atrás, solo un poco antes: El 19 de septiembre de 1985, extraña coincidencia con el gran terremoto del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, el gobernador del Estado, Óscar Ornelas Kuchle, renunció al cargo, o más bien, como se dice coloquialmente, “lo renunciaron” desde el Despacho Presidencial de Miguel de la Madrid, y de la oficina central de la CTM, liderada por el otrora poderoso Fidel Velázquez, que acusaron, ambos, a Ornelas de estar alineado con el PAN, pero esa…es otra historia, diría la Nana Goya de aquella famosa publicidad de un banco.
Pero la caída de Ornelas no fue sino apenas el inicio de un año de inestabilidad que se extendió hasta el 6 de julio de 1986, cuando, el candidato del PRI, Fernando Baeza Meléndez, superó por unos 169 mil votos, redondeando, al que era el abanderado del PAN, Francisco Barrio Terrazas, quien, por cierto, venía de ser presidente municipal de Ciudad Juárez desde el 10 de octubre de 1983, mismo año en que Don Luis H. Álvarez asumió como alcalde de Chihuahua, Chihuahua.
Para no perdernos, el resultado electoral que daba por ganador a Fernando Baeza fue para Francisco Barrio un robo, calificado como tal por él mismo, desatando una de las protestas sociales más estruendosas del país, y la más grande del estado en la historia reciente.
A pesar de la exacerbada condición política, el priista tomó protesta como gobernador y el panista lo hizo seis años después, en 1992, cuando volvió a competir y le ganó a Jesús Macías Delgado, postulado por el PRI, logrando Barrio Terrazas la honrosa distinción de ser el primer mandatario emanado del PAN, aunque su mediocre desempeño – hay que decirlo – le hizo perder el estado y que no volviera a gobernar Acción Nacional hasta 18 años después cuando llegó Javier Corral en el 2016, después de Patricio Martínez, José Reyes Baeza y César Duarte.
Aquel capítulo antidemocrático enemistó a Don Fernando y a Pancho, no sabemos si por todos estos 38 años o se les pasó el rencor antes, pero en esa lucha involucraron a miles de personas en todo el Estado, desde Juárez, Delicias, Parral, Camargo, Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Saucillo y, sobre todo, Madera. ¡Sobre todo Madera!
Hubo, en el Verano Caliente de 1986, hasta huelgas de hambre bajo la bandera de la defensa de la justicia y la democracia, de resistencia y compromiso con las siglas partidistas, cualesquiera que fueran estas.
Lo que son las cosas: hace 38 años, el hoy director General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) Manuel Bartlett, quien era secretario de Gobernación en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, fue señalado como el artífice del triunfo de Fernando Baeza. ¡Así de ese tamaño! Hoy, Barttlet está exonerado por la 4T y hace seis años le quitaron la etiqueta de pertenecer a la mafia del poder.
Por otro lado, entre los empresarios que apoyaban al PAN destaca Jorge Cruz Russek, actual alcalde de Chihuahua capital. Políticos reciclados todos.
La remembranza de todo lo anterior viene a colación tras la visita a Parral de Don Fernando y su sobrino Reyes, Pancho Barrio y Ticho Martínez para darle impulso a una campaña de floja a regular como la de la peculiar alianza prianista – y del PRD – que, con todo y lo que diga Massive Caller, no es que esté tan bien como parece.
En este contexto, el que estén en una misma mesa y en una misma campaña de esta parte crucial de la historia, pareciera contradecir los principios y las luchas que definieron a cada uno en aquel fraude político, y enviar la (¿equivocada?) percepción que lo que buscan es la perpetuidad del poder, pero no, realmente no, porque ninguno busca puesto, sino un interés mayor que es, en lo local, sacar a Movimiento Ciudadano de la alcaldía, y a nivel nacional, a Morena de Palacio Nacional.
A la luz de estos acontecimientos, queda para la historia el abrazo en el que se fundieron Fernando Baeza Meléndez y Francisco Barrio Terrazas, algo que a los adoradores de la política pudo haberles sacado un par de lágrimas, así de cursi como se escucha, o se lee.
Este fenómeno rebasa las diferencias ideológicas, y no decimos que esté bien o que esté mal, sino que plantea interrogantes significativas sobre el futuro de la política mexicana, porque el presente es plural, alejado de la hegemonía, con mezclas que en el pasado serían impensables, y con lecciones valiosas para la democracia.
Nos quedamos entonces con ese casi fraternal abrazo que dejaría allá, cuatro décadas atrás, en los anales de la historia de la política estatal y nacional, el acontecimiento que marcó un antes y un después.
¡Se han reconciliado! ¡Finalmente el Verano Caliente del ’86 se enfrió en la primavera del ’24!