El autoengaño en cada elección se repite y se mantiene presente. Ni es la primera vez que pasa, ni será la última. En la entrega de ayer explicamos con peras y manzanas porqué el PRI va en caída libre, y las razones del crecimiento del PAN y Morena, así como los datos duros que demuestran que Movimiento Ciudadano, aún con la derrota, no perdió fuerza y es el de mayor estructura, al menos en Parral, pero, embriagados con la adrenalina del triunfo, los equipos prianistas y el morenista, no supieron – o no quisieron – interpretar la verdad, por dura que es.
El análisis de los números no se trata de defender a ningún partido, ni enaltecer a otro, sino dimensionar las cosas en su justa magnitud, porque, si la alianza entre el Revolucionario Institucional, Acción Nacional y el de la Revolución Democrática se mantuvo durante la campaña, con diferencias y gritos – que los hubo –, corre el riesgo de romperse por lo más delgado una vez en el poder, cuando se incumplan acuerdos y no se cedan posiciones.
Ojalá y no suceda porque eso será lo que espere pacientemente durante tres años Alfredo Lozoya para desmembrarlos y arrebatarles el poder de nuevo. Por eso advertimos también ayer que “El Caballo” será diputado federal; Alma Portillo diputada local, y probablemente también Francisco Sánchez se cuele.
Pero regresemos al tema principal de esta entrega: el autoengaño de los candidatos, de todos, con acciones que les generan falsas percepciones y se llegan a creer que ganarán por lecturas equivocadas y realidades alteradas, derivadas de los mismos males, como creer que organizar buenos eventos de campaña, masivos, llenos, lucidores, refleja el apoyo ciudadano. Nada más falso que eso.
Se les olvida que la gente va a donde se presente un artista gratuito, a donde le regalen despensas o le rifen regalos, pero bajo ninguna circunstancia quiere decir que les darán su voto, de tal forma que Otto puede llenar los campos militares durante años, Sol pudo haber abarrotado el Foro Villista con Ana Bárbara y prometer tres o 150 casas, pero de ahí a creer que cada uno de los miles de asistentes es lo mismo a un voto, es un autoengaño.
Las marchas, manifestaciones y pega de calcas en cruceros entusiasma a cualquiera, y eso ciega a candidatas y candidatos de la realidad, porque es otro mal termómetro del comportamiento de las preferencias. Hay muchos automovilistas que se dejan pegar un engomado, para quitarlo metros más adelante; o que acepta un poster o un banderín que van y tiran a la basura. Es pues, otro autonengaño.
Medir las preferencias con los likes en Facebook, o con las vistas en las transmisiones es otro autonengaño, tanto por los perfiles falsos como por los verdaderos, que ambos terminan siendo gente del mismo equipo de campaña que, sobrado está decir, que los tienen seguros en votos. Lo peor del caso es que ellos mismos generan tendencias artificiales y terminan creyéndose su propia farsa.
Uno de los autoengaños que más daño hacen, son las encuestas. Los candidatos las pagan para que salgan a favor ¡y luego se las creen! Por eso, cuando les muestran las tendencias reales, las desestiman y prefieren encerrarse en su burbuja, aunque se topen con la cruda realidad en las urnas y luego exijan recuento de votos alegando fraude, que sí existe y que sí se ha presentado, pero para una diferencia de 5 mil 284 votos entre Sol Sánchez y Chava Calderón, o de 4 mil 167 entre éste último y Otto Valles, ni un puñado de casillas, ni el 98% como pretende Otto que se vuelvan a contar, van a cambiar los resultados.
Tal vez funcione para casos como Allende, que Failo le saca ventaja de 14 votos a Chu; o para Guadalupe y Calvo que son menos de 200 sufragios entre Ana Laura y Chacho, ¿pero para 5 mil votos, en promedio, con los que les ganó Chava en Parral?
Que no se autoengañen, porque, como dijera Felipe Calderón, “haiga sido como haiga sido, en la democracia se pierde o se gana por un voto”, y en Parral no hay más: Chava Calderón ganó. Dalila Villalobos ganó. Memo Ramírez ganó. Noel Chávez ganó.
Los discursos de Valles Baca y de Sánchez Villegas culpando a la gobernadora de sus derrotas no son otra cosa que, como dicen en el pueblo, patadas de ahogado para expiar sus fallas y la falta de acuerdos cumplidos que los llevó a tales resultados.
¿Cuántos votos podrían recuperar con un recuento? En el mejor de los casos unos cientos que no alteran el resultado. Resígnense, acéptenlo y aprendan de sus errores para el 2027.